
Abejas verdes de las orquídeas, perfumistas geniales del trópico
Los machos de las abejas del género Euglossa viajan kilómetros recolectando fragancias para crear un perfume único que probablemente tiene como función gustar a las hembras para aparearse
Por: Francisco Cubas / 31 de enero de 2023
Encontrarse a una de las abejas verdes de las orquídeas es todo un acontecimiento. Brillan como pequeñas joyas de jade volando pausadamente entre las flores. La mayoría son de color verde, como indica su nombre común, pero también las hay azules, púrpuras, rojas, doradas o de una mezcla de estos colores.
Existen sólo en los bosques tropicales de América, donde pueden ser vistas desde México hasta Argentina (muy recientemente se han encontrado poblaciones en Florida, Estados Unidos). El nombre común abejas verdes de las orquídeas en realidad se refiere a todo un grupo, la tribu Euglossini, que comprende cinco géneros: Eufriesia, Euglossa, Eulaema, Exaerete y Aglae. Cada género a su vez comprende varias especies. En total, la tribu Euglossini tiene 250 especies de abejas, y cada cierto tiempo se descubren más, porque aún estamos muy lejos de haber registrado a todos los insectos que viven en este planeta.
Y por supuesto, estas abejas se encuentran por todo el territorio de las cuencas Grijalva-Usumacinta. Recordemos que en México existen unas 2,000 especies de abejas nativas y que hay unas 20,000 en todo el mundo (ver ¿Qué son las abejas nativas y por qué es importante protegerlas?).
Las ví por primera vez en diciembre del 2021, en el pequeño balcón de mi departamento en el centro histórico de Villahermosa. Acababa de adquirir el día anterior mi primer lente de fotografía macro y me levanté temprano para ver si las flores de dormilona (Mimosa pudica) atraían algún insecto. Y un poco antes de que dieran las ocho de la mañana vi un pequeño resplandor verde revolotear plácidamente sobre las dormilonas. Recuerdo aún la emoción y la sorpresa que sentí al verla aparecer ¿qué hacía un ser silvestre tan espectacular en medio de una gran ciudad? Me quedó la satisfacción de haber logrado hacerle dos o tres fotos. No podía haber pedido una mejor especie para estrenar un lente. Nunca han regresado al balcón, pero me las he encontrado en todos los parques de Villahermosa, y en los cerros del norte de Chiapas.

Al contrario de las abejas europeas (Apis mellifera), las especies de la tribu Euglossini son solitarias, como el 90% de las 20,000 especies de abejas que existen en el planeta. No hacen colmenas ni producen miel, y machos y hembras sólo se encuentran brevemente para aparearse. En algunas especies las hembras ponen sus nidos juntos y se ayudan unas a otras, por lo que se considera que representan una etapa de socialización primitiva o temprana. Probablemente las abejas europeas y las abejas sin aguijón (que entran en la categoría de insectos eusociales) tuvieron que recorrer muchos pasos como éste en su evolución para llegar a formar las colmenas que conocemos hoy.

La perfumería
Pero la característica única de las abejas verdes de las orquídeas, la que los convierte en verdaderas estrellas del reino animal, es que los machos son verdaderos perfumistas, que pasan su vida recorriendo muchos kilómetros (un estudio en Yucatán registró un recorrido de hasta 95 km) para recolectar todo tipo de fragancias de las flores, los hongos, la madera podrida e incluso las heces de algunos animales. Con todas estas esencias cada individuo compone un perfume único.
El método que usan para capturar y almacenar estas fragancias es el mismo que usaron durante siglos los perfumistas humanos y consiste en envolver la flor o el material que sea en grasa animal. Estas abejas producen las grasas en unas glándulas de sus labios, con la grasa envuelven la esencia y la recogen con sus patas delanteras, de donde pasan a las traseras. Ahí la evolución les ha permitido desarrollar una especie de recipiente que almacena y mezlca las esencias.
Se trata de una adaptación única de la corbícula. La corbícula es, a su vez, una adaptación muy especial de las patas traseras, que permite la acumulación más eficiente de polen. Las abejas de las tribus Euglossini, Apini (a la que pertenecen las abejas europeas), Meliponini (a la que pertenecen las abejas sin aguijón) y Bombini (los abejorros) son las únicas que han desarrollado esta adaptación, lo cual indica su parentesco cercano. Por ello también se las llama “abejas corbiculadas”.

Sólo los machos de las abejas verdes de las orquídeas tienen la corbícula adaptada para hacer perfumes, las hembras las usan de manera normal, para juntar el polen con el que alimentarán a sus larvas en sus nidos hechos en la tierra, los huecos de los árboles, hojas o incluso en nidos abandonados de termitas.
Este método de extraer fragancias usando grasa animal recibe en francés del nombre de enfleurage, que en español se traduce como enfloración, y fue el método utilizado por los humanos durante siglos antes de que se desarrollarán los modernos, que son más eficientes.

¿Y para qué le sirve a la abeja macho ese perfume? No se sabe con seguridad. Las evidencias apuntan a que ese perfume podría ser usado por los machos para atraer a las hembras, o que las hembras son quienes escogen el perfume que más les gusta para aparearse, pero todavía no hay pruebas concluyentes.
Grandes polinizadoras
Otro comportamiento que hace famosas a estas abejas, y que incluso les da nombre, es su particular interacción con unas 650 especies de orquídeas. Las orquídeas han desarrollado formas y olores irresistibles para estos insectos, y trampas muy elaboradas para asegurarse de que ayuden a su polinización.
Durante mucho tiempo se creyó que las orquídeas y las abejas de la tribu Euglossini habían evolucionado juntas, adaptándose unas a otras, pero hoy las evidencias apuntan a que las abejas desarrollaron independientemente su fijación por la perfumería. Por ejemplo, desde principios de este siglo se detectaron poblaciones de la especie Euglossa dilemma en Florida, donde no hay orquídeas, lo cual prueba que no todas las especies de Euglossini dependen de estas flores.
Por otro lado, biólogos evolutivos han señalado la similitud entre las glándulas de los labios de los machos de abejas verdes de las orquídeas y de los machos de las especies de abejorros. Los machos de los abejorros usan la grasa de estas glándulas para dejar marcas sobre las plantas, como si marcaran un territorio. Dado que los abejorros y las abejas verdes de las orquídeas son parientes, una hipótesis es que tuvieron un antepasado común, hace unos 80 o 45 millones de años, que desarrolló estas glándulas y encontró que le resultaban útiles para su sobrevivencia.

Todo está en peligro
Tenemos que finalizar este artículo recordando a quienes nos leen que la mayoría de las abejas nativas, al igual que casi todos los insectos del mundo están en serio peligro de extinción. Los agroquímicos y la tala de selvas y bosques son amenazas letales para ellos. No es claro que las abejas verdes de las orquídeas estén en peligro, no existen suficientes datos para afirmarlo o negarlo, pero sabemos que la tendencia general está en contra de ellas.
Sin los polinizadores es muy problable que muchos ecosistemas colapsarían, y su caída afectaría gravemente nuestra capacidad de alimentarnos y la calidad de vida de las futuras generaciones humanas.
No se puede proteger lo que no se conoce. La forma más inmediata de hacer algo por las abejas nativas es abrir bien nuestros ojos y nuestra mente para asomarnos a su mundo. Una vez que hayamos disfrutado de su presencia podremos reflexionar y buscar cada quien alguna forma personal de contribuir a su conservación. Algo tan pequeño y personal como dejar de usar insecticidas en nuestros jardines y parques puede contar mucho.
Y si se quiere ir más allá, podemos empezar a pedir a nuestros representantes políticos que se ocupen de estos temas, para que estén en la agenda pública y sean prioridad para todos.
Millones de años de evolución nos han dado estas joyas creadoras de perfumes, no permitamos que desaparezcan para siempre. Su misterio es uno de los millones de motivos que la vida nos ha regalado para admirarla.
Para saber más:
La ecología del cortejo en las abejas de las orquídeas (2017, en inglés).
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