
El romance de la ceiba y los murciélagos
Muy pocas personas han visto bien las flores de la Ceiba pentandra, que sólo abren de noche, porque están dedicadas a los murciélagos, sus principales polinizadores
Por: Francisco Cubas/ 18 de febrero de 2022
La ceiba es un árbol que ha estado presente durante miles de años en la cultura de muchos pueblos americanos y africanos. En Tabasco, debido al culto oficial por el poeta Carlos Pellicer, que la mencionó en algunos de sus versos más famosos, se ha usado muchas veces su nombre en festivales culturales y en un gran número de publicaciones literarias y plásticas, además de campañas turísticas.
Y sin embargo, son pocos los habitantes de Tabasco, o de las cuencas Grijalva-Usumacinta, que realmente conocen bien a este sorprendente árbol. Con esta hermosa planta pasa un poco como con la Laguna de las Ilusiones: se nombra mucho, pero se le observa y se le conoce muy poco. Buena parte de ello se debe a que no existe buen material didáctico sobre ella. A pesar de que su nombre aparece en muchos libros, nunca se ha publicado uno para divulgar la fabulosa vida de este árbol maravilloso.
Yo he vivido 50 años en este territorio, y fue hasta este 2022, a principios de febrero, cuando encontré en un libro de botánica publicado en Inglaterra un breve párrafo que mencionaba que la ceiba sólo abría sus flores durante la noche, para atraer a los murciélagos que las polinizan. Nadie me había contado eso nunca, ni lo había escuchado mencionar en ningún documental o artículo periodístico o de divulgación. Busqué en la literatura científica y encontré que da sus flores entre diciembre y febrero.

Me quedaba ya muy poco tiempo para observar con mis propios ojos esas flores abiertas, y una visita diurna a la oficina de Rolando Chávez (especialista amateur en aves) me brindó una oportunidad. El edificio, al borde de la Laguna de las Ilusiones, tiene una azotea que permite tocar la copa de una ceiba a la que todavía le quedaban algunos capullos de flores. Regresé esa noche armado con una sencilla linterna LED, que emite un haz de luz bastante angosto, pero con muchos metros de alcance, y Rolando me prestó su cámara con un lente 100-400 mm para intentar captar a los murciélagos en vídeo, si es que llegaban, como decía el libro.
Y en efecto, llegaron. Al ocultarse el sol vi por primera vez en mi vida una flor de ceiba abierta de par en par, con una combinación de color entre rosa y blanca, con sus estambres (las estructuras que generan el polen) de un brillante color amarillo. Y unos minutos más tarde comencé a ver pasar unas pequeñas sombras entre las ramas. Eran tan rápidas que resultaba imposible mover al mismo tiempo el lente y la lámpara para seguirlos. Decidí que la mejor estrategia era apostar por uno de los grupos de flores y confiar en que eventualmente alguno de los murciélagos decidiera visitarlo. Como no tenía un soporte para la linterna tenía que sostenerla lo más firme que pudiera mientras los mosquitos se cebaban en mí. Así estuve unos 40 minutos, con descansos esporádicos, hasta que Rolando tuvo tiempo para ayudarme a sostenerla, y justo en esos momentos me pareció que había captado un murciélago. Al poco tiempo tuvimos que retirarnos del lugar, y me fui bastante frustrado ante la dificultad de la tarea (ver nota al final del artículo sobre la grabación de vídeos y la seguridad de los murciélagos).
La cacería de imágenes
La cámara fotográfica de Rolando no tiene buenas características para grabar vídeo (algo que él nunca usa) pero esa noche en mi computadora pude ver, en una toma oscura y con poca resolución, a un murciélago sosteniéndose en el aire frente a la flor, como un colibrí, libando el néctar. Supe que esta experiencia tenía que terminar en una historia y un vídeo para las personas que visitan Nube de Monte, pero estaba seguro de que con un equipo más apropiado podrían lograrse mejores imágenes. También tenía que encontrar otra ceiba, porque ésta ya había dado sus últimas flores.

La tarde siguiente recorrí el parque 18 de marzo buscando ceibas. Villahermosa tiene muchas, pero son pocos los lugares en donde uno puede tener expuesto su equipo fotográfico con tranquilidad durante la noche. Al regresar caminando del parque encontré el ejemplar perfecto para la observación. Estaba ubicada muy simbólicamente casi en la esquina entre Avenida de Las Flores y Avenida de los Árboles, cargada de flores y con un puesto de tacos de cabeza al lado, que además de permitir recargar energías, hacía que constantemente hubiera gente circulando por la banqueta, lo que contribuía a la seguridad, o al menos aumentaba la sensación de tenerla. Por si fuera poco también había una panadería al otro lado de la avenida, para satisfacer el antojo de esos días de invierno tropical.


Esa tarde contacté a Lourdes Hernández, joven aficionada a las aves, quien accedió con gusto a acompañarme para prestarme su lente 100-500 mm. Conseguí un tripié para sostener la lámpara, y compré un adaptador para poder usar el lente de Lourdes en mi cámara, lo cual me permitiría grabar en 4k y poder mostrar el vídeo en cámara lenta. Y cuando ya estaba todo listo, entró un norte que provocó una semana completa de lluvias. Mientras veía llover cada día por las ventanas pensaba en esas miles de flores que estaban cayendo diariamente mientras disminuían mis posibilidades de observar a los murciélagos en su labor polinizadora.
Finalmente dejó de llover, volví a citar a Lourdes y nos encontramos, junto con mi esposa Fabiola, bajo la enorme ceiba. Después de probar unos codiciados tacos de lengua, vimos nuevamente con asombro abrirse las flores (tardan entre 30 y 40 minutos a partir del ocaso), y como a eso de las 19:00 horas comenzamos a ver sombras aladas moviéndose a toda velocidad por entre las ramas. Había mucho menos flores que una semana antes, pero todavía quedaban suficientes como para atraer una impresionante cantidad de murciélagos. No tendría forma de calcular cuántos, pero podían verse ir y venir por toda la enorme copa del árbol, así que no sería una exageración decir que habían más de 100. Lo primero que noté es que eran diferentes al que había visto en el otro árbol, estos eran más grandes, y no se posaban en el aire como los colibríes, sino que aterrizaban a toda velocidad sobre los ramos de flores, haciéndolos balancearse con su peso.


Nos colocamos en la parte de ese espacio más alejada de la avenida, un área oscura, como a unos 10 metros de los tacos, donde algunos vecinos suelen ingerir y orinar cerveza, y que también es usada como estacionamiento temporal por los clientes de la taquería o los bebedores de turno. Ante la curiosidad de los comensales y los transeúntes, colocamos los tripiés, el telefoto y la lámpara, y usamos la misma estrategia: apostar a un solo ramo de flores y esperar. Festejamos con gritos la primera captura y luego todavía tuvimos otra antes de que nuestras dos baterías se agotaran, como a la hora y media de estar ahí.
Más tarde pude ver en acercamiento y a cámara lenta a un murciélago con la cara llena de polen, lamiendo el néctar. Era la primera vez que veía una imagen como esa grabada localmente. Todos hemos visto vídeos de murciélagos (con muchísima más calidad, por supuesto) hechos generalmente en otras partes del mundo por grandes consorcios como NatGeo o la BBC, que cuentan con todos los recursos tecnológicos y financieros para lograrlos, pero nunca he visto en televisión ni encontrado en YouTube vídeos parecidos sobre murciélagos de las cuencas Grijalva-Usumacinta. Casi todas las historias y las imágenes con que damos forma a nuestro mundo se producen fuera de aquí, ya sea por el Norte Global o por el centro del país. En el Sur nos hace tanta falta tener nuestras propias historias, contadas por nosotros mismos, donde podamos encontrarnos y reconocernos como habitantes de un territorio prodigioso. Aunque sea de manera tan artesanal y con los mínimos recursos, esperamos que estos esfuerzos de Nube de Monte sean un granito de arena que contribuya a cambiar esa situación.
La noche siguiente repetimos la reunión y logramos capturar otras tres tomas, a pesar de que esa vez llegaron menos murciélagos. Puede ser que no siempre lleguen a la misma hora al mismo árbol (uno de los taqueros nos dijo que en días recientes había visto mucha actividad a la medianoche), puede ser que se debiera a que cada día había menos flores, o puede ser porque la luna estaba cada vez más grande, y esta especie evita la luna llena, porque la luz ayuda a los animales que los cazan, como las boas (Boa constrictor), los coatíes (Nasua narica), los tlachuaches (Didelphis marsupialis), el halcón murcielaguero (Falco rufigularis) o incluso un murciélago, el falso vampiro (Vampyrum spectrum). Tal vez ese gran número de depredadores explica el porqué siempre se mueven a toda prisa. Cuando aterrizan sobre uno de los ramos de flores sólo lamen el néctar de una flor en dos o tres segundos y vuelan de nuevo, dejando el resto de las flores intactas.

Esa noche los artistas plásticos Ramon Briones y Zarai Gavilán, que siempre han vivido rodeados de las ceibas del vecindario, pasaron a saludarnos y nos confirmaron que ellos tampoco se habían fijado nunca en las flores abiertas.
Podríamos pensar que esto sólo le ocurre a las personas de ciudad, que hemos perdido la conexión con la vida silvestre, pero he preguntado a más de diez personas de campo, a personas que crecieron jugando al escondite entre las raíces de la ceiba, y juntando el algodón de sus semillas para hacer almohadas, y tampoco habían visto nunca las flores abiertas.
Luego de dos noches de grabaciones, los gastos en taxis, tacos y pan dulce ya habían sobrepasado el casi inexistente presupuesto de Nube de Monte, así que dimos por terminado el trabajo de campo. Ahora me faltaba encerrarme todo el fin de semana a revisar la literatura científica más reciente con respecto a la ceiba y sus murciélagos.
El milagro de las plantas con flores y sus socios
Comencemos por la polinización, que podemos mencionar de manera simple como la reproducción sexual de las plantas, donde un grano de polen se une a un óvulo para generar semillas que harán posible que nazcan nuevas plantas. Las plantas primitivas (pinos, helechos, entre otras) confiaban principalmente en el viento para hacer esto, lo cual no es tan eficaz, pero ha funcionado durante millones de años.
Hasta que hace unos 120 millones de años, durante el Cretásico, cuando aún vivían los dinosaurios, surgieron las primeras plantas con flores, que los botánicos llaman angioespermas. Cuando pensamos en la inmensa diversidad de las plantas en realidad estamos pensando en las angioespermas, que se extendieron por todo el planeta en un tiempo geológico increíblemente breve (Darwin llamó a esta explosión de diversidad “un abominable misterio”, que hasta el día de hoy no tiene una explicación convincente). Hoy en día cerca del 90% de las plantas terrestres pertenecen a este grupo. Con más de 350 mil especies vivientes, sería difícil imaginar este mundo si no estuvieran presentes, sobre todo porque muchos de nuestros alimentos dependen de ellas, como el arroz, el maíz, el trigo, la papa el plátano y el camote.
Algo que ayudó a que las angioespermas conquistaran el mundo fue la asociación, intermitente o continua, con los animales para su polinización. Las flores ofrecen alimento altamente energético a insectos, aves y pequeños mamíferos, que a cambio contribuyen transportando el polen de unas flores a otras, favoreciendo así una fertilización cruzada mucho más eficiente que la del viento.
Los principales socios ancestrales de las plantas con flores son los insectos, y hasta el día de hoy son los principales polinizadores, pero algunas plantas, pocas, pero significativas desde los puntos de vista cultural, económico y ecológico (unas 528 especies, 360 en América ), han desarrollado recientemente (en la escala geológica) una asociación con algunas especies de murciélagos.

Dentro de los animales polinizadores, los murciélagos son los más incomprendidos. Todos sentimos simpatía por las abejas, a muy pocos nos agrada ver un murciélago, mucho menos una cueva llena de ellos. Además de los mitos y leyendas como los vampiros, los murciélagos tienen la mala reputación de ser dañinos para el ganado. Esto ha ocasionado que se les envenene y se prenda fuego a las cuevas donde se refugian en el día. Para colmo, a principios de la pandemia se les culpó, sin ninguna certeza científica, de ser quienes habían contagiado con el nuevo virus a los humanos. Hasta el día de hoy, no ha sido posible determinar el origen del SARS-CoV-2, los virus pueden saltar entre muchas especies y es absurdo pensar que a cualquier animal le corresponda alguna culpa por ello.
En México se han registrado 138 especies de murciélagos, de las más de 1,116 que hay en el mundo. Nuestro país tiene el 15% de la diversidad total, frente a un 5% que tienen Estados Unidos y Canadá juntos. De todas las especies que habitan en México sólo tres son las que se alimentan de sangre: Desmodus rotundus, Diphylla escuadata centralis y Diaemus youngi, pero eso ha bastado para que el resto sean también mal vistas e incluso perseguidas. Actualmente más de 17 especies están amenazadas y 4 están en peligro de extinción, afectadas, como tantos otros seres, por la pérdida de su hábitat, la persecución y el cambio generalizado en el clima.
El 70% de los murciélagos en territorio mexicano son insectívoros, lo cual los convierte en un gran aliado del autonombrado Homo sapiens, porque devoran a insectos que afectan cultivos agrícolas y también a los que transmiten enfermedades como el dengue. Un solo murciélago puede comerse hasta 1,200 mosquitos o insectos de tamaño similar en una sola noche, y una colonia de un millón de murciélagos de cola libre (Tadarida brasiliensis) puede consumir hasta diez toneladas de insectos por noche. Entre eso, la dispersión de semillas y la labor de polinización que realizan en plantas tan económicamente importantes como el maíz, el café y los agaves (de donde se obtienen los mezcales incluido el tequila), los murciélagos prestan al animal humano servicios invaluables.
Pese a toda la devastación ambiental que se ha llevado a cabo en las cuencas Grijalva-Usumacinta, en Tabasco se han registrado 80 especies de murciélagos que corresponden a casi el 60% de las que hay en México. Por su parte en Chiapas hay 106 especies que representan el 77.4% de las nacionales. Más del 30% de estas especies está considerada en categoría de riesgo. Sin embargo, se sabe poco de sus poblaciones, y en ambos estados no existe un programa ni plan estatal para el estudio o conservación de los murciélagos.

La adaptación mutua
Tanto las plantas como los murciélagos han tenido cambios en su organismo para adaptarse a esta relación. Las plantas mencionadas han cambiado para abrir sus flores en la noche, han desarrollado un olor rancio y sus flores a menudo están colocadas en ramos de manera que son de fácil acceso para los mamíferos alados. Por su parte, entre otros cambios, los murciélagos que se alimentan de néctar se han hecho más pequeños, han desarrollado lenguas más largas y han perfeccionado las técnicas de vuelo necesarias para poder libar la flor sin tener que posarse sobre ella.
¿Pero, por qué algunas plantas evolucionarían hacia una asociación con los murciélagos si los insectos son tan eficientes? Los especialistas sugieren dos características principales que los distinguen: 1) Pueden transportar una gran cantidad de polen en sus cuerpos, 2) hacen un mayor número de visitas a las flores y recorren mayores distancias, se ha medido que algunas especies de murciélago depositan hasta 22 veces más polen en las flores que los colibríes (mientras mayor la cantidad de polen más probabilidades hay de fertilización). Por eso son polinizadores efectivos para plantas que suelen crecer separadas a gran distancia unas de otras.
Una fábrica de flores
La ceiba es, por supuesto, una planta angioesperma, una planta con flores que se da naturalmente en América y África. Ceiba es un género que abarca al menos 21 especies. La que nos ocupa aquí es la Ceiba pentandra, y hay muchísimo que contar sobre este extraordinario árbol, pero para no alargar más este cuento nos limitaremos a hablar un poco de su polinización (próximamente habrá más artículos sobre ella en Nube de Monte).

La palabra ceiba procede del desaparecido idioma taíno, y significa bote. La segunda parte de su nombre científico, pentandra, viene de las palabras griegas penta (cinco) y andros (masculino), en referencia a los cinco estambres que posee su flor.
En México, según la Comisión Nacional para la Biodiversidad (Conabio), tiene al menos catorce nombres en lenguas indígenas, como cuypishtin (popoluca), póchotl (náhuatl), yaaxché (maya yucateco) o yaga-xeni (lengua zapoteca, Oaxaca). En yokot’an, la lengua principal de Tabasco antes de la invasión europea, se dice yëyëxte’, y murciélago se dice suts‘.
Es un árbol que crece muy rápido, y la edad de su primera floración suele ser entre los cinco o seis años de vida. El estudio en la Amazonía de una ceiba joven en su primera floración arrojó el increíble número de 600,000 flores, que contenían unos 200 litros de néctar y cerca de 30 kilos de azúcar. Durante el pico de la floración, ese árbol produjo unos 10 litros de néctar y un kilo y medio de azúcar por noche. El año pasado publicamos en Nube de Monte un artículo sobre los árboles más floridos de Tabasco, hablando de macuilíes y guayacanes, pero estaba equivocado, es evidente que el árbol más florido de Tabasco es la ceiba.

Las flores sólo viven un día, pero no se abren todas al mismo tiempo. Se estima que diariamente pueden abrirse alrededor de unas mil, dependiendo del tamaño del árbol. Esta estrategia asegura que todos los días, durante cuatro o cinco semanas, siempre habrá flores nuevas, lo cual es también un incentivo para que los murciélagos, con su excelente memoria espacial, vuelvan una y otra vez. El ciclo de la vida de la flor es el siguiente: se abre al irse el sol, después de las 18:00 horas, se mantiene abierta toda la noche y parte de la mañana, y se cierra nuevamente para luego caer al suelo. Miles de flores muertas pueden verse todos los días al pie de estos árboles durante la temporada.


La polinización tiene lugar en el estigma, donde los granos de polen germinan y producen un tubito muy fino por donde envían su núcleo hasta el ovario. En el ovario de la flor ese núcleo de polen se funde con el núcleo del óvulo para producir más tarde una semilla. Cada ovario de una flor de ceiba contiene entre 65 y 250 óvulos. El estudio realizado en la Amazonía a dos ceibas encontró que sólo entre el 0.75 y el 2.2 por ciento de las flores produjeron frutas.





La cantidad masiva de polen y néctar que producen las ceibas no atrae solamente a los murciélagos. Se puede encontrar rondando sus flores a colibríes, avispas, abejas, polillas, marsupiales, monos, y hasta 26 especies de aves. Por eso durante mucho tiempo se pensó que todos estos animales contribuían a la polinización. Sin embargo, en el estudio ya referido, se polinizó artificialmente a dos ceibas de la Amazonía en diferentes horarios, y se encontró que las flores sólo responden a la polinización durante la primera mitad de la noche, una muestra más de lo adaptada que está la planta a los murciélagos.





¿Por qué las ceibas se quedan sin hojas?
El conocer este fenómeno de floración masiva me ha hecho entender algo que siempre me intrigó: ¿por qué las ceibas pierden sus hojas? En las latitudes más al norte y sur en nuestro planeta, los árboles pierden sus hojas por una estrategia de hibernación. Todos sabemos que la principal característica de las plantas es realizar la fotosíntesis, el proceso que obtiene carbohidratos a partir de la luz solar, y que prácticamente alimenta al mundo.
En el caso de los árboles, la fotosíntesis se realiza en sus hojas, pero este es un proceso que requiere agua y sales minerales, recursos muy preciados. En el invierno en esas latitudes la luz del sol es demasiado escasa como para que valga la pena invertir recursos en la fotosíntesis, de modo que los árboles desarrollaron la estrategia de dejar morir sus hojas para evitar el desgaste y pasan el invierno en una especie de animación suspendida, muy parecido a lo que hacen algunos animales como los osos.
Eso está muy bien para los árboles de lugares fríos pero, ¿por qué habría de hacer eso la ceiba, habitante de las selvas y sabanas tropicales, donde lo que sobra todo el año es luz? La respuesta es: para poder enfocar todos sus recursos en la producción de cientos de miles de flores. Toda el agua y los nutrientes que dejan de enviarse a las hojas se concentran en el néctar y el polen. Además, la caída de las hojas tiene otras ventajas adicionales: les deja el paso libre a los murciélagos, que ya no tienen que esquivarlas para llegar al alimento, y semanas más tarde, cuando llega la hora de liberar las semillas, permite que el viento sople sin ningún obstáculo para dispersarlas. La inteligencia de los comportamientos generados por la evolución es asombrosa.

Los socios alados
En América se han registrado por lo menos sietes especies de murciélagos asociados a la ceiba, todas dentro de la familia Phyllostomidae, que es la única en la que se desarrollaron especialistas en comer néctar y polen en este continente. Todos los murciélagos de esta familia descienden de un antepasado que comía insectos, y a lo largo de millones de años, al ir ocupando diferentes territorios y hábitats se fueron especializando en consumir fruta, néctar, sangre, peces, ranas, lagartos, aves, e incluso otros murciélagos.
La forma en que ocurrió la adaptación mutua entre plantas y murciélagos aún no se comprende del todo. Se sabe que la mayoría de las plantas aparecieron antes que los murciélagos especialistas en néctar. La Ceiba pentandra apareció hace unos 30 millones de años, mientras que los primeros murciélagos nectívoros surgieron mucho después, hace unos 18 millones de años. El Artibeus jamaicensis (el murcielago frutero más común en Tabasco), surgió hace unos 25 millones de años, lo cual sugiere que la adaptación a la fruta vino antes de la adaptación al néctar. Probablemente cuando la ceiba empezó a cambiar su floración fueron las especies con alimentación más general, como el jamaicensis, quienes primero se asociaron con ella.
Tanto la ceiba como las especies de murciélagos mencionados son mucho más antiguos que este territorio. Se estima que las montañas de Chiapas y Guatemala, que dan origen a las cuencas Grijalva-Usumacinta, se elevaron sobre el nivel del mar hace unos 8 o 3 millones de años, más o menos la época en que surgió también el Itsmo de Panamá, que comunicó Norteamérica con Sudamérica y dio lugar a un gran intercambio de especies entre ambos continentes. Las ceibas y los murciélagos ya estaban aquí antes de que surgieran los grandes ríos que conocemos.
Al contrario de lo que suele creerse popularmente, la gran mayoría de los murciélagos no son ciegos. Los murciélagos especializados en comer frutas o polen poseen un sentido débil de ecolocalización (se orientan por medio de sonidos que emiten y rebotan en los objetos, como un radar), en comparación con los que se alimentan de insectos, que cazan basándose en ella. Los llamados nectívoros (que se alimentan principalmente de néctar) no necesitan perseguir presas móviles, así que se orientan principalmente por su vista y su olfato. Para ellos la ceiba ofrece flores con pétalos que contienen mucho color blanco, que destaca contra el fondo nocturno, y un olor rancio para atraerlos desde lejos.
En la literatura científica se ha reportado en México a las especies Leptonycteris curasoae, Glossophaga soricina y Leptonycteris nivalis como asociadas con la ceiba. Sin embargo, se trata de estudios no realizados en el Sureste de México. En un excelente estudio publicado en el 2021 se menciona que en Mérida, Yucatán, el principal polinizador de las ceibas en aquella ciudad es el murciélago zapotero (Artibeus jamaicensis), y los que capturé en vídeo en la Colonia 18 de Marzo, parecían coincidir con las fotos de esa especie. Probablemente también sea el principal polinizador de estos árboles en Villahermosa, pero no hay ningún estudio al respecto.

Identificar murciélagos basados simplemente en la vista no es confiable. Normalmente para hacerlo con toda certeza los investigadores tienden redes y manipulan a los ejemplares vivos para poder apreciar con todo detalle sus características. Nosotros no somos especialistas, y a partir de cuatro tomas en la oscuridad no podemos tener la total certeza, pero hay varios indicios de que los visitantes que vimos en esas dos noches en la ceiba de la colonia 18 de Marzo eran Artibeus jamaicensis: 1) es la especie de la que se han obtenido más reportes en los estudios hechos tanto en zonas silvestres como en Villahermosa, 2) su tamaño, medido en los vídeos en comparación con las flores, coincide con su descripción, 3) su forma de llegar a las flores, aterrizando sobre los ramos, no quedándose suspendidos en el aire como hacen los murciélagos más especializados en flores 4) la similitud de la forma de su cabeza al ser visto de espaldas en los vídeos, 5) es una de las especies que mejor se ha adaptado a los humanos, por lo que tiene lógica verlo alimentarse tranquilamente justo al lado de una gran avenida, con autos estacionándose y gente transitando bajo el árbol continuamente. Dejémoslo entonces en que muy probablemente se trata de esa especie.
El Artibeus jamaicensis tiene la curiosa costumbre de construir carpas de palma para guarecerse de la lluvia y los depredadores. Las hacen con dientes y garras, perforando las hojas para que se doblen de la manera necesaria, como puedes ver dando click en este link. Esta especie puede volar hasta 8 km cada noche. Viven hasta 10 años en cautiverio. Emite los pulsos de sonido que usa para la ecolocalización a través de su nariz, no de la boca. Como todos los murciélagos fruteros, realiza una importantísima labor dispersando semillas, favoreciendo así la regeneración de la vegetación, especialmente de los árboles del género Ficus, pero también consumen polen, néctar, partes de flores, insectos, e incluso semillas y hojas durante los meses en que las frutas son menos abundantes. Y es justamente en los meses menos abundantes cuando las ceibas florean.
Un aspecto extraordinario del jamaicensis es que su asociación con la ceiba lo lleva incluso a cambiar de color temporalmente. Un reporte del 2011 en Yucatán encontró que el 60% de los individuos de Artibeus jamaicensis capturados mostraban pelaje de color amarillo, y en todos los que habían cambiado de color sólo se encontraron restos de polen de ceiba en sus heces, es decir, sólo se habían alimentado de flores de ese árbol. Al parecer este cambio temporal de color se debe a que los carotenos del polen se incorporan al pelaje, pero aún no ese entiende muy bien el mecanismo. En Tabasco y Chiapas no hay estudios sobre el tema, pero ciertamente los cuatro murciélagos mostrados en nuestro vídeo (más uno que dejamos fuera de la edición final porque la toma era muy oscura) tienen una coloración amarilla bastante extendida por la parte frontal del cuerpo, aunque no tanto como el que aparece en la foto del reporte. Nuestras imágenes obviamente no son suficientes para llegar a ninguna conclusión en ese sentido. Esperemos que más adelante se hagan investigaciones al respecto.
Por otro lado, el vídeo del murciélago captado a principios de febrero, en la ceiba junto a la Laguna de las Ilusiones, no permite muchas certezas, pero aporta dos claves importantes: 1) el estilo de vuelo, manteniéndose estacionario en el aire mientras lame el néctar, 2) el pequeño tamaño relativo a la flor. Ambas características corresponden a un especialista en flores. De las especies registradas en Villahermosa que coinciden con esa descripción las más abundantes son Glossophaga soricina y Sturnira lilium, y aunque en menor número, tampoco puede descartarse a Glossophaga commissarisi. Aquí lo importante, a pesar de no poder identificar la especie, es que sí podemos ver en vídeo una de las diferencias fundamentales de comportamiento entre una especie que tiene una alimentación más general y otra que está altamente especializada para comer néctar y polen.
Una danza inolvidable
Ese viernes, la última noche en que grabamos, me tomé al final un momento para contemplar con calma, libre ya del pendiente de la cámara y la lámpara, a ese hermoso árbol. Su figura se había hecho aún más extraordinaria ante mis ojos, ahora que conocía un poco más los sorprendentes mecanismos con los que transcurre su vida, que puede llegar a durar siglos.
Alrededor nuestro, el tráfico y las prisas de fin de semana pasaban de largo sin enterarse del ritual que tenía lugar ante sus ojos. Cuántas veces pasamos ciegos ante las más grandes maravillas de la vida.
Ahí, en su enorme rincón oscuro junto a la avenida, la majestuosa ceiba mantenía sus miles de flores abiertas, convocando con su fragancia a los murciélagos para una danza que se ha repetido durante millones de años. Estar allí bajo sus amplias ramas, sintiendo cómo caen a veces sobre uno las gotitas de néctar es una experiencia inolvidable.
No volveré a ver a las ceibas de la misma manera. Espero vivir para ser testigo de la próxima floración.
Actualización 22 de febrero de 2022: En atención a un comentario en Facebook del investigador Juan Cruzado Cortés investigamos sobre los reportes de la coloración amarilla del Artibeus jamaicensis y agregamos un párrafo al respecto, con su respectiva fuente bibliográfica.
Nota sobre la grabación de vídeo y la seguridad de los murciélagos:
Al hacer fotografías o vídeos de animales silvestres siempre hay que evitar hacerles daño o afectar sus espacios. Como ya se explicó en el texto, para grabar estos vídeos se usó una pequeña lámpara de mano de led que apenas alumbraba un ramo de flores, dejando el resto del árbol sin perturbar. Es decir, estaba alumbrando menos del 1% de las flores disponibles, por lo que si los murciélagos se incomodaban con la luz directa no les faltaría abundante comida en el resto del árbol. También se tomó en cuenta el hecho de que los dos árboles grabados están en plena ciudad, por lo que los murciélagos que los frecuentan están acostumbrados a las luces, el tráfico y la presencia humana. En ambos casos estábamos colocados a unos 15 metros de las flores, para no presentar un obstáculo. No haríamos esto en un espacio silvestre, donde los animales no están acostumbrados a la iluminación, en esos casos es necesario usar cámaras infrarrojas.
Agradecimientos:
A Lourdes Hernández y Rolando Chávez, sin cuyo generoso apoyo esta historia y este vídeo no habrían sido posibles.
A Fabiola, que hace que todo sea posible.
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Para saber más:
Flowering phenology and pollination biology of Ceiba pentandra (Bombacaceae) in Central Amazonia (1999).
Phylogeny, taxonomy and biogeography of Ceiba Mill. (Malvaceae: Bombacoideae)(2019)
El árbol de ceiba. Libro electrónico de José A. Mari Mut (2015).
The evolution of bat pollination: a phylogenetic perspective (2019).
Palinofagia de los murciélagos del género Glossophaga (Mammalia: chiroptera) en México (2000).
Floral scent of bat-pollinated species: West Africa vs. the New World (2004).
Late-Pleistocene phylogeography and demographic history of two evolutionary lineages of Artibeus jamaicensis (Chiroptera: Phyllostomidae) in Mexico
Frugivorous bat diversity and composition in secondary forests of Tabasco, Mexico (2015).
Hábitos alimentarios del murciélago zapotero (Artibeus jamaicensis) en Yucatán (1999).
Registros notables de coloración anormal en murciélagos mexicanos.
Artibeus jamaicensis, Jamaican fruit-eating bat.
Tent use by Artibeus and Uroderma (Chiroptera, Phyllostomidae) in Northern Colombia (2018).
Glossophaga soricina, Pallas’s long-tongued bat.
Glossophaga commissarisi, Commissaris’s long-tongued bat.
La biodiversidad en Chiapas: Estudio de estado, CONABIO 2013.
La biodiversidad en Tabasco: Estudio de estado, CONABIO 2019.
4 comentarios
¡Qué artículo más fascinante! Nos abres todo un mundo secreto. Lo amo. Gracias.
Muchas gracias por leer!!!, es nuestra mejor recompensa.
Tus artículos me han dado una mañana de sábado llena de sorpresas y maravillas ante, como bien dices, lo cotidiano que pasamos de largo.
En este artículo se plasma de manera clara pero a la vez emotiva, el desarrollo de las plantas, animales e incluso, la geografía. Qué distinto pensar Tabasco después de leerlos.
Saludos y felicidades nuevamente por tu trabajo!!!!
Qué gusto que hayas disfrutado leyendo y más aún que haya cambiado tu perspectiva sobre este territorio. Esa es precisamente la intención de este trabajo y da muchos ánimos tener lectoras como tú. Muchas gracias de nuevo y ojalá que sigas visitando Nube de Monte!