
La Melipona beecheii, una abeja ligada a los árboles
La especie con la que los pueblos mayas tuvieron una relación muy estrecha perdura en las cuencas Grijalva-Usumacinta, pero está seriamente amenazada por la deforestación
Si conoces la palabra melipona quiere decir que tienes cierto grado de familiaridad con el amplio mundo de las abejas. Como te contamos en un artículo anterior de Nube de Monte, la mayoría de las personas en el mundo hemos recibido una pésima educación con respecto a estos fabulosos animales.
Para la inmensa mayoríad de las personas, la palabra abeja sigue representando una sola especie: la abeja europea (Apis mellifera) que ha sido introducida en todo el mundo, y es uno de los animales más importantes económicamente para el ser humano, tanto por su producción de miel como por el servicio de polinización que prestan a ciertos cultivos comerciales, como las almendras.
Pero las abejas son un mundo muchísimo más amplio. Existen 20,000 especies de abejas en el planeta, y unas 2,000 en México. Cuando uno oye hablar de las meliponas avanza un grado en el conocimiento de estos maravillosos insectos y sin embargo, hay todavía mucho más detrás de ese nombre.
Con la palabra melipona pasa algo parecido a lo que ocurre con la palabra abeja. La mayoría de las personas piensa que la palabra melipona se refiere a una sola especie, la llamada “abeja maya”, e incluso piensan que esa especie de abeja sólo habita en la península de Yucatán.
Esta confusión se debe a que la especie y el género comparten el nombre. El nombre científico de la famosa abeja maya es Melipona beecheii. La primera parte del nombre científico siempre corresponde al género. ¿Y qué es el género? Explicado de forma muy resumida, el género se usa para nombrar a un grupo de especies que tienen un antepasado común y por ello tienen muchas similitudes en las formas o las funciones de su cuerpo.
Pongamos un ejemplo con animales muy conocidos, como los grandes felinos. Aproximadamente la mitad de los grandes felinos del mundo pertenece al género llamado Phantera. Así, los nombres científicos del león (Phantera leo), leopardo (Phantera pardus), jaguar (Phantera onca), tigre (Phantera tigris) y el leopardo de las nieves (Phantera uncia) comparten la primera palabra, lo cual indica que evolucionaron a partir de un antepasado común, o, si usamos una metáfora, podemos decir que son “parientes cercanos”.
Con las abejas ocurre igual, sólo que su número de especies es mucho mayor que el de los felinos. Existen unas 70 especies del género Melipona. Todas son nativas de América y habitan desde México hasta Argentina.
Las especies del género Melipona que habitan en México, hasta donde sabemos hoy, son las siguientes:
- Melipona beecheii
- Melipona colimana
- Melipona fasciata
- Melipona lupita
- Melipona yucatanica
- Melipona solani
- Melipona belizeae

Para aumentar aún más la confusión, algunas personas llaman meliponas a todas las especies de abejas sin aguijón. Las abejas sin aguijón requieren un artículo aparte, pero basta decir aquí que las especies de abejas son tan numerosas que los especialistas que ordenan su taxonomía (los nombres de sus especies y la relación que guardan entre ellas) las dividen en grupos llamados tribus.
Las llamadas abejas sin aguijón (que algunas personas llaman meliponas) están agrupadas en la tribu Meliponini, que comprende 22 géneros y 550 especies que se distribuyen por todas las zonas tropicales del mundo, incluyendo Australia.
Los análisis genéticos estiman que las abejas sin aguijón aparecieron hace unos 70 millones de años, es decir, convivieron con los dinosaurios. Por lo mismo también tuvieron que enfrentarse al meteorito que cayó en Chicxulub y que habría causado la penúltima extinción masiva en la Tierra (la más reciente la estamos viviendo en esta era). Nuestra especie por el día de hoy, la Melipona beecheii, habría surgido hace unos 14 millones de años, mucho antes de que se formara el Itsmo de Panamá, bastante antes de que surgiera el Homo sapiens en África hace 300,000 años, y mucho antes de que los primeros humanos llegaran a América, hace al menos 35,000 años.
El nombre científico para nombrar a las abejas de la tribu Meliponini es meliponinos, que resulta muy útil, pero que casi nadie utiliza, fuera de los especialistas. Y para añadir un grado más de confusión, la palabra meliponicultura se refiere a la crianza de cualquier especie de la tribu Meliponini, o abejas sin aguijón, y es un término creado para diferenciar esta práctica de la apicultura, la cría de abejas europeas, pero muchas personas también creen que se refiere sólamente a la Melipona beecheii.
La abejas de las tribus Apini (a la que pertenece la abeja europea), Meliponini (las abejas sin aguijón), Bombini (abejorros) y Euglossini (abejas de las orquídeas), tienen algo en común, todas sus especies desarrollaron corbiculas en sus patas traseras. La corbicula es una especie de canasta para transportar de manera más eficiente el polen. Por ello las especies de estas cuatro tribus también son conocidas como abejas corbiculadas por los especialistas.
Todas las especies de la tribu Meliponini son abejas sin aguijón. Si lo pensamos bien, ese término es sorprendente, porque el aguijón es uno de los atributos que consideraríamos esenciales para una abeja. Es un arma formidable que evolucionó a lo largo de millones de años en las avispas, quienes lo usan para paralizar a otros insectos, que sirven de alimento para sus larvas. Hace unos 100 millones de años surgió una nueva especie de avispa que decidió no cazar, sino alimentar a sus larvas con néctar y polen, y de ahí descienden todas las abejas actuales.
Sabemos que las especies evolucionan a partir de cambios genéticos que les permiten adaptarse mejor a su medio ambiente. Parece muy lógico, por ejemplo, que el desarrollar una canasta para el polen en las patas traseras fuera ventajoso para las primeras abejas que tuvieron algo parecido, porque les permitía acarrear más comida. Lo que no parece tan lógico es que perder el aguijón funcional (porque les queda un vestigio) haya sido ventajoso para estas 500 especies de abeja. Los biólogos aún no tienen una explicación convincente. Se especula que como estas abejas siempre han sido muy pequeñas el aguijón ya no era tan poderoso y representaba más un gasto energético (por la producción de veneno) que una ventaja.
La abeja favorita de los mayas
Una vez explicado lo anterior podemos ahora concentrarnos en la Melipona beecheii, una especie que habita desde el centro de México hasta Costa Rica, y también en Cuba y Jamaica, a dónde se cree fue llevada por los españoles desde Yucatán durante la época colonial.

Sus muchos nombres comunes reflejan el uso y conocimiento que de ella han tenido muchos pueblos en Mesoamérica: abeja real, yilkil kab, colel kab, xunnáan kaab, pool kab, colmena kab, abeja alazana, pipioli, mimialcuatl, tsaspena, gato, abeja aluva, blanco aluva, criolla, jicote gato, jicote estrella, abeja de la tierra, ajau chab, y suk ajatié. En Tabasco y el norte de Chiapas he escuchado en las zonas rurales el nombre “mosca real”.
La primera palabra del nombre científico melipona viene del griego melis (miel) y ponos (trabajo). La segunda parte viene de un oficial de la marina británica, el capitán F.W. Beechey, que como muchos militares de la época victoriana era también un apasionado naturalista. Él escribió la primera descripción bajo los parámetros de la ciencia occidental en el libro que publicó en 1831, narrando sus viajes por la costa del Pacífico, en una sección titulada “Abejas mexicanas. Algún recuento de los hábitos de una abeja mexicana”. Ese mismo año, George Bennet, médico y naturalista británico, leyó en Plymouth (Inglaterra), el informe de Beechey y por eso le asignó su nombre a la especie.
Todo este episodio del nombre es una perfecta muestra de la visión colonialista y centralizadora con la que muchas veces han operado las ciencias occidentales. Un oscuro taxonomista en Inglaterra usó el nombre de un oscuro capitán de la marina de su país para designar a una especie que durante siglos tuvo un gran significado cultural para una de las civilizaciones más notables de la historia: la maya.
En ninguna otra parte del planeta se tuvo una relación tan cercana con las abejas sin aguijón como en Mesoamérica.
El códice Madrid
Si bien Beechey fue el primero en describirla usando conceptos entomológicos, los pueblos mayas no sólo conocían perfectamente a esta especie (incluyendo sus detalles anatómicos), sino que también habían desarrollado un método efectivo para criarla, y la habían hecho parte simbólica de su cosmogonía, de su visión del mundo y el universo.

Una parte importante de esos conocimientos está plasmada en un documento extraordinario, el llamado Códice Madrid, cuya sección dedicada a las abejas es en parte una descripción detallada de la especie, en parte un manual de meliponicultura y en parte un documento religioso.
Ante la magnificencia de los cuatro códices mayas que sobrevivieron hasta hoy, es indignante recordar la destrucción generalizada de la historia y la cosmovisión maya por los invasores españoles en el siglo XVI, como lo expresa la famosa cita de Fray Diego de Landa:
Usavan también esta gente de ciertos caracteres o letras con las quales escrivian en sus libros sus cosas antiguas y sus sciencias, y con ellas, y figuras, y algunas señales en las figuras entendian sus cosas, y les davan a entender y enseñavan. Hallamosles grande número de libros de estas sus letras, y porq no tenían cosa, en que no oviesse superstiçion y falsedades del demonio se los quemamos todos, lo qual a maravilla sentían y les dava pena.
Diego de Landa, Manuscrito de Relación de las cosas de Yucatán, siglo XVI.
Este personaje destruyó 27 códices. Sólo podemos imaginar hasta dónde había llegado el conocimiento de los pueblos mayas, cuya expresión escrita fue eliminada para siempre en nombre de los evangelios.
La meliponicultura sobrevivió a la invasión española. Contrariamente a lo que hicieron en otras partes del mundo, los invasores europeos no trajeron abejas africanas a los territorios conquistados en Mesoamérica. La producción que había era suficiente como para servirse de ella. Los frailes de la época reportan que en lo que hoy es Yucatán habían meliponarios con hasta 500 colmenas.
Declive y recuperación
El declive de esta práctica fue lento y en él se combinaron diferentes causas. Las epidemias que mataron al 90% de la población indígena, la introducción de la ganadería y la progresiva deforestación sin duda fueron reduciendo la cantidad de colmenas mantenidas.
La mayor ofensiva contra el modo de vida indígena llegó en el siglo XIX, con la creación del estado Mexicano en 1821. Los invasores españoles cometieron toda clase de atrocidades contra los pueblos indígenas: esclavitud, servidumbre, tortura, tributos, violencia sexual, etc; pero la corona española nunca quiso que dejaran de ser indígenas.
En cambio los criollos que formaron el nuevo estado mexicano tenían un proyecto de nación que no incluía a los pueblos indígenas. El objetivo de los nuevos gobiernos era que todos fueran ciudadanos mexicanos, con una sola lengua (el español), reunidos bajo un sólo relato heroico confeccionado a la medida. Fue así como pueblos que habían conservado sus formas de vida durante tres siglos de ocupación española se vieron forzados a abandonarlas en nombre de una nueva identidad.

Para principios del siglo XX todos estos factores habían hecho casi desaparecer la meliponicultura. Fue entonces cuando se introdujeron las abejas europeas en nuestro país, y no llegaron de Europa, sino que fueron importadas desde Estados Unidos.
Durante prácticamente todo el siglo XX, la meliponicultura fue orillada a los márgenes, sobreviviendo sólo en las zonas más apartadas, o bien allí donde la resistencia indígena fue más fuerte, como en Yucatán.
Según el investigador José Javier G. Quezada-Euán la llegada de las abejas africanas invasoras a nuestro país en 1986 tuvo el inesperado efecto de favorecer el rescate de la meliponicultura, al menos en Yucatán, el territorio en el que siempre ha tenido mayor importancia.
Ocurrió que allí siempre se habían tenido las colmenas en los patios o muy cerca de las casas. Al llegar las peligrosas abejas africanas las colmenas de Apis mellifera tuvieron que moverse lejos, porque corrían el riesgo de ser invadidas por abejas africanas y convertirse en un peligro para las personas. Esto dejó un lugar libre en todos los patios. Y ante ese lugar vacío los pueblos yucatecos volvieron la mirada hacia las olvidadas meliponas, iniciando el renacimiento que hoy vivimos.
Hoy las meliponas se están convirtiendo en moda, hay hoteles de lujo en la llamada riviera maya que cuentan con meliponarios como parte de los atractivos que ofrecen a sus clientes. Esto presenta un nuevo problema: en varias partes del país hay una demanda por colmenas y muchos viajan a la península de Yucatán para comprarlas. Pero el llevar colmenas de un estado a otro presenta riesgos. Las poblaciones de Melipona beecheii no viajan mucho, por lo tanto a lo largo de los siglos han ido desarrollando variaciones genéticas en los diferentes lugares donde habitan. Al introducir meliponas de otras regiones en cualquier lugar se corre el riesgo de introducir también alguna enfermedad o parásito, por lo que si estás interesado en tener meliponas lo más sano es contactar a un meliponicultor local para obtenerlas.
La creciente popularidad de las meliponas ha logrado que ahora los públicos no especializados conozcan una especie más, pero se sigue ignorando al resto de las 2,000 especies que habitan en México, y que son cruciales para la reproducción de una gran cantidad de especies de plantas. Casi todas las especies de abejas nativas están en peligro.
Inteligencia y comportamiento
Las meliponas, al igual que la abeja europea, son insectos eusociales. Los biólogos llaman así a los animales que poseen el nivel más complejo de organización social. Los animales eusociales comparten cuatro características: 1) los adultos viven en grupo, 2)cooperan para el cuidado de las crías (los adultos cuidan a críos que no son suyos), 3)tienen una división del trabajo y de la reproducción (la mayoría de los individuos no se reproduce), y 4) hay convivencia de diferentes generaciones dentro del grupo.
La eusocialidad sólo ha aparecido hasta ahora en dos grupos de animales: los artrópodos y los mamíferos. Recordemos que los artrópodos incluyen a los insectos y a los crustáceos. Hay miles de especies de insectos eusociales y sólo una especie de camarón que cumple con los requisitos. En los mamíferos, sólo existen dos especies de ratas topo en África que viven en colonias y tienen reinas. Se ha discutido si el Homo sapiens es una especie eusocial pero la mayoría de los especialistas opina que no.

La Melipona beecheii es una de las pocas especies que puede realizar algo llamado polinización por zumbido. Existen unas 20,000 especies de plantas (un 6-8% del total en el mundo) que guardan su polen en cápsulas (anteras) cerradas, que sólo tienen salida por unos pequeños poros. Algunas especies de abejas, entre ellas todas las del género Melipona, evolucionaron para usar una técnica muy especial, en la que se pegan a la flor y hacen vibrar los músculos de sus alas. Esta vibración permite la liberación del polen, al mismo tiempo que emite un zumbido característico.
Por otro lado, en los más de dos años que he pasado fotografiando abejas nunca he podido ver un solo ejemplar de esta especie sobre una flor, aún cuando he estado muy cerca de alguna colmena suya. La explicación para esto es que se alimenta principalmente de las flores de los árboles y arbustos. Estas flores generalmente se ubican a demasiada altura para que los humanos podamos verlas.
Esta preferencia por los árboles para alimentarse, y la necesidad de árboles grandes para habitarlos, explica por qué esta especie fue desapareciendo poco a poco a lo largo del siglo XX y por qué está seriamente amenazada en el XXI. En las conversaciones con campesinos de diferentes lugares de Tabasco y el norte de Chiapas hay una frase recurrente cuando se habla de la desaparición de esta especie: “Se acabó la montaña y dejó de haber mosca real” (la “montaña” se refiere a los bosques y selvas). En México se perdieron 594,000 hectáreas de bosque primario tan sólo en lo que va del siglo XXI, principalmente en Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán.
Como ya contamos en otra ocasión aquí en Nube de Monte, la mayoría de los estudios científicos se han realizado a las abejas europeas y los abejorros del género Bombus, que son las especies que viven en el norte global, donde se tienen recursos abundantes para investigar.
Se han encontrado en esas especies evidencias de que tienen la capacidad de aprender unas de otras, además de una amplia memoria y la posibilidad de soñar. Apenas el año pasado, en un experimento con pelotas, se encontraron evidencias de que los abejorros pueden jugar, es decir, realizar una actividad que no tiene nada que ver con la alimentación o el apareamiento, por el simple gusto de hacerlo.
Los principales investigadores sobre el comportamiento afirman que esas abejas son capaces de sentir dolor y por lo tanto también son capaces de poseer alguna forma de consciencia. No podemos afirmar que el resto de las especies de abejas poseen las mismas capacidades hasta que se realicen los mismos experimentos en ellas, pero hay grandes probabilidades de que también las tengan.
Pese a que la Melipona beecheii es una de las abejas más estudiadas de la tribu Meliponini aún hay muchas interrogantes por resolver, como por ejemplo las plantas con las que se relaciona en todo el territorio que habita. Según la literatura científica sus colmenas son permanentes, es decir, estas abejas no las abandonan, salvo desastres. Sin embargo, he escuchado numerosos testimonios de Tabasco y el norte de Chiapas sobre colmenas que son llevadas a las casas y un buen día amanecen vacías.

¿Tal vez se van porque resienten que se les haya cambiado de lugar? Sin embargo en el rancho Alejandría, en el norte de Chiapas, pude ver, gracias a la hospitalidad del biólogo Carlos Guichard, un corcho que tiene más de 70 años en el mismo lugar, con su colmena intacta. Sin duda queda mucho por investigar al respecto.
¿Por qué en Yucatán?
Otra de las preguntas abiertas es ¿por qué sólo los mayas y los nahuas desarrollaron técnicamente la meliponicultura, siendo que la relación con las abejas sin aguijón estuvo y está presente en gran parte del territorio nacional? En el resto del país se realiza en un nivel muy básico, cortando el tronco del árbol donde se encuentran una colmena y llevándolo a casa, sin dividirla ni manipular las reinas para multiplicar las colmenas.

Algunos investigadores han señalado de manera anecdótica que en Chiapas resulta más difícil dividir una colmena y que el porcentaje de éxito es mucho más pequeño que en Yucatán. ¿Podría haber algo en las condiciones climáticas de la península que favorezca la crianza de meliponas?
Si bien actualmente en todo el territorio de las cuencas Grijalva-Usumacinta la crianza de abejas sin aguijón se realiza a un nivel muy básico, habría que averiguar si siempre fue así. En su breve apunte sobre la meliponicultura en el Grijalva en 1676, el pirata y naturalista William Dampier observa un detalle interesante: “Los indios las conservan domesticadas y cortan troncos huecos para que dentro construyan sus panales. Colocan un extremo del madero (aserrado muy parejamente) sobre una plataforma, dejando un hoyo para que las abejas entren por allí, y cubren el extremo superior con una tabla que lo obstruya por completo”.
Esto habla de una práctica más sofisticada de la que se usa actualmente en la región. No es simplemente tomar el tronco (bojón en Yucatán, corcho en Tabasco y Chiapas) sino que implica construir el nicho y atraer a las abejas al mismo.
¿Es una coincidencia que las dos técnicas indígenas más avanzadas de meliponicultura, la cría de Melipona beecheii en Yucatán y la cría de Scaptotrigona mexicana en Puebla persistan en dos lugares con mayor resistencia indígena contra el estado mexicano?
En uno los mayas pelearon una guerra contra el gobierno, en el otro se ubica la cooperativa indígena más antigua del país, con más de 40 años de existencia, que agrupa a 395 comunidades pertenecientes a 26 municipios.
Tal vez las técnicas avanzadas de meliponicultura estuvieron más extendidas antes, pero se perdieron ante el embate del nacionalismo oficial, al igual que se han perdido las lenguas indígenas en muchas regiones. En la mayoría de los municipios de Tabasco uno pregunta por las lenguas indígenas y la respuesta de la gente de campo es la misma: “Aquí nadie ha hablado nunca otra lengua”. La historia ha sido borrada de la memoria popular.
En Tabasco se realizó en 2017 una investigación única por investigadoras de Ecosur (ver referencias al final de este artículo) en la que se buscó y entrevistó a una serie de meliponicultores por todo el estado. Una investigación similar hace mucha falta en Chiapas, aunque su extensión territorial lo hace aún más difícil.
El resultado fue un panorama sorprendente, porque demostró que aún persisten muchos vestigios de meliponicultura en Tabasco, un lugar que no es famoso por ello y en el que la mayoría de sus habitantes desconoce el tema. También se documentó algo muy importante, la mayoría de las personas que las cultiva actualmente en esta región no lo hace por lucro, sino para obtener miel medicinal para sus familiares, o para contribuir a la conservación del medio ambiente, o simplemente porque disfrutan la compañía de estas abejas.
A pesar de tres siglos de colonia española y dos siglos de marginación por parte del estado mexicano, este saber indígena persiste de alguna manera, aunque se haya diluído en el camino.
Acciones a tomar
¿Qué podemos hacer hoy por la Melipona beecheii, que aún persiste en la mitad de México, pese a la terrible deforestación que ha sufrido el país?
Es importante aclarar que el valor económico de esta especie nunca podrá compararse al de la abeja europea (Apis mellifera). México está siempre entre los 10 principales exportadores de miel en el mundo y de la apicultura viven miles de familias en el país.
Si bien su miel es más cara, su producción es mucho más escasa. Una colmena (que tiene entre 1,000 y 3,000 individuos) puede producir en promedio un litro al año. Nunca podrá sustituir a la producción de la abeja europea, sin embargo, su papel como polinizadora puede ser más importante.
No olvidemos que las abejas nativas evolucionaron durante millones de años con las plantas nativas de este lugar y por ello están mucho mejor adaptadas para polinizarlas. Aún es mucho lo que ignoramos sobre la efectividad de la polinización entre las diferentes especies de abejas y las diferentes especies de plantas, pero todo parece indicar que no podemos darnos el lujo de perder a las abejas nativas.
Hay políticas públicas que deben cambiarse, como la transición de la agricultura industrial hacia modelos de agroforestería y una nueva reglamentación en el uso de insecticidas. De manera individual cada quien puede fomentar el que se siembren plantas nativas de su localidad en patios, parques y jardines. También se puede evitar el uso individual de insecticidas y procurar la siembra de árboles nativos en todos los lugares donde sea posible.
Si se quiere tener meliponarios, como ya explicamos, lo responsable es acudir con algún meliponicultor local y evitar el traslado de colmenas de otros estados o regiones.
Sobre todo, es importante no olvidar que las abejas sin aguijón no son las únicas importantes. El 90% de las especies de abejas en el mundo son solitarias y no producen miel, pero son igual de importantes que las otras para el funcionamiento de los ecosistemas.
El 94% de las especies de plantas en las zonas tropicales son polinizadas por animales. En México, aproximadamente el 85% de las plantas usadas por humanos dependen de la polinización animal. Se estima que las diferentes especies de abejas contribuyen a polinizar entre el 50 y el 70% de las plantas tropicales de América.
Tal vez una de las mejores cosas que podemos hacer por las meliponas y las abejas en general es comunicar lo que uno sepa a la mayor cantidad de personas posible. Desgraciadamente la información sobre las abejas nativas de México es muy escasa en castellano, y la información para públicos no especializados es casi imposible de conseguir, pero aquí en nuestro pequeño espacio en Nube de Monte pondremos nuestro granito de arena para seguir divulgando todo lo que vamos aprendiendo sobre este fascinante tema.
Para saber más:
Libros:
Stingless Bees, Their Behaviour, Ecology and Evolution. 2020.
Stingless Bees of Mexico, The Biology, Management and Conservation of an Ancient Heritage. 2018.
Las abejas sin aguijón y su cultivo en Oaxaca, México. 2018.
Pot-Honey, a legacy of stingless bees. 2013.
Artículos y páginas web:
El proceso de la africanización de las abejas en México (2020, en inglés).
Abejas mayas, de los códices al siglo XXI (2021).
Distribución del género Melipona en México (2016).
Melipona beecheii Bennett (Hymenoptera: Apidae): origen, estudios y meliponicultura en Cuba (2018).
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