
Wanha’, un nombre que durmió durante siglos
La palabra maya que significa Río de codornices hoy da nombre a la nueva Reserva de la Biosfera sobre el Río San Pedro, en Balancán y Tenosique
Por: Francisco Cubas/ 29 de agosto de 2023
A veces es bueno detenerse y reconsiderar lo que hay detrás de las palabras con las que nombramos nuestros paisajes. Consideremos, por ejemplo, los nombres que usamos hoy para nuestros ríos, muchos de los cuales llevan en ellos el rastro de un proceso colonizador que ha persistido durante más de cinco siglos.
Consideremos también el olvido que cubrió a tantas palabras usadas por las culturas mesoamericanas para nombrar su mundo. Cómo sucumbieron ante el fuego y las armas para ser olvidadas.
Pero a veces algunos nombres pueden resucitar de su sueño de siglos para volver a ser escuchados.
El día de hoy se realizará en las Cascadas de Reforma el anuncio oficial del decreto de Creación de la Reserva de la Biósfera Wanha’. Esta nueva Área Natural Protegida abarca casi todo el recorrido del río San Pedro en México, en los municipios tabasqueños de Balancán y Tenosique.
El decreto es el resultado del trabajo conjunto de un año entre la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, a partir de la investigación de Carlos Burelo Ramos, quien junto a especialistas mexicanos e internacionales recabó evidencias de que en el río San Pedro se encuentran los manglares más lejanos del mar en todo el mundo, y que sobreviven allí desde el último periodo glacial, hace unos 115 mil millones de años. (En Nube de Monte publicamos un reportaje sobre ello en octubre de 2021)
Durante el proceso de la elaboración del decreto, el arqueólogo de la CONANP Arturo Montero sugirió el nombre de Wanha’ para la nueva reserva de la biósfera. Arturo conocía bien la obra del célebre especialista Guillermo Bernal Romero, y su desciframiento de los glifos de un dintel labrado recuperado en el sitio arqueológico Santa Elena, a orillas del río San Pedro.
Un término diferente
El motivo para buscar otro nombre era, en primer lugar, evitar confusiones. Existían ya el Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir en Baja California, y la Reserva de la Biósfera Isla San Pedro Mártir en Sonora.
Además, existen muchos ríos San Pedro en México (y muchos más en todo el mundo). Incluso en Tabasco existe el río San Pedro y San Pablo, afluente del Usumacinta, igual que el San Pedro de Balancán-Tenosique-Guatemala.
Esta monotonía en los nombres de lugares en todo el mundo se explica por la acción colonizadora europea de los siglos XV-XVIII. Españoles e Ingleses se repartieron por la fuerza de las armas la mayor parte del mundo e impusieron, generalmente con muy poca imaginación, su santoral a lugares que ya tenían su propio nombre, elegido por las culturas que habían vivido allí desde hacía miles de años.
Es el caso del San Pedro que nos ocupa, cuyo nombre en el período clásico maya fue Wanha’, de las palabras wan (codorniz) y ha’ (agua o río), de donde se leería “Río de codornices” (curiosamente, la palabra wanha existe también en una lengua europea, el finlandés, en donde significa “viejo”).

¿Y cómo saber de cuál especie de codorniz hablaban? Por un lado el glifo parece representar una codorniz de cresta erecta, y por el otro, sólo hay una especie de codorniz que habita hoy en día el área del río San Pedro. Ambos indicios apuntan hacia la especie Odontophorus guttatus, llamada bolonchaco por los pueblos chortís de Guatemala.

Esta especie de ave habita sólo en una pequeña franja de territorio entre el sureste de México y Centroamérica, en terrenos arbolados, donde pasa la mayor parte del tiempo en el suelo, comiendo semillas, insectos y fruta que cae de los árboles. Es muy tímida y asustadiza, nunca ha sido fotografiada en el río San Pedro y muy pocos de sus habitantes humanos la han visto, aunque algunos aseguran haberla escuchado.
La ciudad maya de donde proviene el glifo Wanha’, surgió en el período Clásico temprano, entre los años 250 y 600 d.C., y se alió con Calakmul para combatir contra Palenque, en las guerras sin fin de ese período histórico.
Lo que hoy llamamos Santa Elena se extendía en 100 hectáreas y fue una de las ciudades dominantes del Clásico. Es importante hacer notar que la nueva reserva de la biósfera Wanha’ no sólo es importante por sus manglares, únicos en el mundo, y por el resto de su riqueza biológica, sino también porque conserva en sus riberas lo que muy probablemente sean los restos del nacimiento de la cultura maya clásica.

Santa Elena, Moral Reforma y Aguada Fénix son sólo tres de una serie de sitios a lo largo del río San Pedro en los que esta cultura se desarrolló por espacio de unos 3,000 años antes de la invasión española.
Lo cual nos lleva de nuevo a la importancia de los nombres. Shakespeare, en unos versos inmortales, puso este argumento en labios de Julieta: ¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, con cualquier otro nombre olería igual de dulce.
Y es verdad que las palabras, símbolos arbitrarios, nada tienen que ver con los seres y las cosas. Podríamos cambiar los nombres de todos los planetas del sistema solar y ellos seguirían girando igual.
Eso es perfectamente racional, pero los animales humanos, pese al rimbombante nombre de nuestra especie (Homo sapiens) no somos mayormente racionales, sino emocionales. Las palabras que usamos para nombrar lo que nos rodea representan intenciones, visiones, vivencias compartidas, una forma de plantearse el mundo.
Las palabras que usamos para nombrar lo que nos rodea también funcionan como marcas históricas. Actualmente, todo el impresionante pasado maya queda oculto bajo el nombre San Pedro, que los invasores españoles eligieron para un río que nunca les importó gran cosa.
Gracias al trabajo de Guillermo Bernal Romero y a la perspicacia de Arturo Montero, hoy el nombre Wanha’ vuelve a sonar sobre las aguas del río para recordarnos que aquí se desarrolló una de las civilizaciones más brillantes del mundo, cuyos descendientes fueron forzados a olvidar su origen.
Sería un acto de justicia devolver al río su nombre original. Pero esa, por supuesto, es una decisión que corresponde a sus habitantes.
Para saber más:
Artículo de Guillermo Bernal Romero sobre el glifo Wanha’.