Nube de Monte

Historias de las cuencas Grijalva-Usumacinta

Una abeja Augochlorella y una Nannotrigona perilampoides sobre una flor de capulín (Mutingia calabura).
Dos abejas nativas de México, una verde, posiblemente del género Augochlorella y una Nannotrigona perilampoides, o chicopipe, recolectando polen de una flor de capulín (Mutingia calabura), un árbol también nativo de nuestro país. Villahermosa, julio de 2022. Foto: Francisco Cubas

¿Qué son las abejas nativas y por qué es urgente protegerlas?

Las abejas no son una sola especie, existen más de 20 mil especies en el mundo y 2,000 de ellas se encuentran en México. Casi todas están en peligro de extinción.

Por: Francisco Cubas / 30 de junio de 2022

Recuerdo claramente mi sorpresa cuando hace cinco años escuché hablar por primera vez de las abejas nativas, en una muestra fotográfica de Diana Caballero Alvarado. Tenía entonces 46 años y nunca en mi vida había escuchado el término, a pesar de que desde niño he mantenido un interés activo por los seres silvestres.

Pero incluso dos licenciadas en biología que me acompañaban tampoco habían escuchado nada sobre el tema hasta aquella tarde. Creo que lo mismo ocurre con la mayoría de los habitantes de nuestro país y del mundo. Esta ignorancia sobre todo un grupo tan importante de animales se ha ido combatiendo poco a poco en los últimos 20 años, pero todavía persiste. Así que si tú nunca habías escuchado hablar de las abejas nativas no tienes nada de que apenarte, hay personas que estudiaron la carrera de biología y tampoco saben de ellas. 

Por eso nos hemos animado a hacer este artículo en Nube de Monte, como una breve introducción a un tema que ameritaría muchos libros, pero sobre el que todavía es muy escasa la información accesible para públicos no especializados. 

Cuando se usa la palabra “abeja” la mayoría pensamos que sólo existe un tipo de animal, una sola especie para ese nombre. La mayoría pensamos que “abeja” se refiere exclusivamente a la especie Apis mellifera, llamada comúnmente abeja europea o abeja de la miel, uno de los insectos más famosos y más estudiados del mundo.  

Me asombró enterarme aquella tarde de que en realidad existen más de 20,000 especies de abejas en el mundo, de las cuales el 90% son especies solitarias, es decir, no se juntan en colmenas ni fabrican cera y miel, dos atributos que consideramos esenciales para nuestra definición común de abeja. También me asombró saber que habitan en México unas 2,000 especies, de las cuales apenas el 3% son sociales. 

Abeja del género Trigona. Villahermosa, junio 2022.
Abeja del género Trigona volando sobre flor de botoncillo (Sphagneticola trilobata) en Villahermosa, junio 2022. Ambas especies, la planta y la abeja, son nativas de las cuencas Grijalva-Usumacinta, y han estado aquí millones de años antes que nosotros. Foto: Francisco Cubas

Especies nativas e introducidas

Las abejas son la muestra más famosa de la pésima educación ambiental con que crecemos la mayoría de las personas en todo el mundo, y esto afecta incluso a muchos que hemos crecido interesados por la flora y la fauna. Pero antes de continuar hablando sobre ellas tenemos que dar un pequeño preámbulo para explicar el concepto de “especie nativa”

En las ciencias biológicas la palabra “nativa” se usa para distinguir a las especies (plantas, animales, hongos y otros organismos) que están en una región por causas “naturales” sin intervención del ser humano. 

Por ejemplo, una planta nativa de las cuencas Grijalva-Usumacinta es la ceiba (Ceiba pentandra) que llegó aquí millones de años antes que cualquier persona. Entre los animales, podemos poner de ejemplo al tlacuache (Didelphis marsupialis) que también habita estas tierras desde mucho antes de que se asomara el Homo sapiens.

Lo contrario de una especie nativa es una «especie introducida”, aquella que fue llevada a una región por el ser humano, ya sea intencional o accidentalmente. 

Un ejemplo de planta introducida es el framboyán (Delonix regia) que es originario de Madagascar y fue llevado a muchas partes del mundo como árbol ornamental. Un ejemplo de animal introducido es la vaca (Bos taurus) que fue domesticada por primera vez en Oriente Medio hace miles de años, y que ha sido llevada por todo el mundo, incluidas las cuencas Grijalva-Usumacinta. 

De forma resumida el concepto es sencillo, y vamos a dejarlo así para los propósitos de este artículo. Básicamente, se considera que ni los framboyanes ni las vacas habrían podido llegar hasta el sureste de México con sus propios medios, así que se incluyen en la categoría de especies introducidas, traídas aquí por el ser humano. 

Trigona fuscipennis, Pichucalco, norte de Chiapas, marzo de 2022.
Trigona fuscipennis, conocida en algunos lugares como cortapelo, sobre una flor no identificada en el municipio de Pichucalco, norte de Chiapas, marzo de 2022. Foto: Francisco Cubas

En épocas geológicamente recientes (es decir, en una escala de cientos de miles de años) el llamado Homo sapiens ha introducido y sigue introduciendo especies por todo el planeta. Esto en ocasiones ha tenido resultados catastróficos, ya que cada especie nueva que llega a un ecosistema tiene el potencial de romper gravemente su equilibrio. 

Un ejemplo grave de esto es la especie sudamericana conocida comúnmente en nuestra región como pez diablo (Hypostomus plecostomus) que ha invadido ríos y lagunas de todo México, especialmente en las cuencas Grijalva-Usumacinta. Se cree que este pez fue soltado en los cuerpos de agua por aficionados a los acuarios caseros. Al llegar a ecosistemas donde no tiene depredadores se ha reproducido como una plaga, desplazando a las especies nativas de peces y causando un gran daño a la alimentación tradicional de miles de comunidades.

Cuando una especie introducida se sale de control e invade una gran cantidad de territorio, desplazando a especies nativas, se le denomina «especie invasora».  

Nannotrigona perilampoides, Villahermosa, febrero 2022.
Nannotrigona perilampoides, llamada sayulita o chipopipe, sobre una flor de ceiba (Ceiba pentandra), Villahermosa, febrero de 2022. Foto: Francisco Cubas

¿Por qué nos olvidamos de las abejas nativas?

Vayamos de nuevo con las abejas. Hay que insistir en que las abejas NO son una especie, sino un grupo enorme de especies de insectos que pertenecen a la superfamilia Apoidea, a su vez, esta superfamilia pertenece al orden Hymenoptera, al que también pertenecen las hormigas y las avispas. 

Se sabe que las abejas evolucionaron a partir de las avispas. Estudios de divergencia genética calculan que la primera especie de abeja debe haber aparecido hace unos 120 millones de años, en el Cretáceo, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, pero acababan de surgir unos seres que la cambiarían por completo: las plantas con flores. 

Se han identificado en todo el mundo unas 20,000 especies de abejas, y se estima que pueden existir al menos otras 20,000 que aún no conocemos. ¿Y entonces porque la mayoría de nosotros siempre ha pensado que la abeja era sólo una especie, la misma en todo el mundo? Es una pregunta digna de una investigación sociológica, que sin duda sería muy difícil responder, ya que en el asunto intervienen muy diversos factores. 

Riqueza relativa de especies de abejas en el planeta. El color más oscuro representa mayo riqueza relativa. Hay que tomar en cuenta se trata de una comparación realiazada a partir de muestras que en muchos lugares son demasiado escasas como para tener datos fiables. El mapa sirve para darnos una idea, pero aún falta muchísimo por investigar. Publicado en Global Patterns and Drivers of Bee Distribution

Apuntaremos aquí dos de ellos: el económico y la colonización del conocimiento.  

Además de nuestras carencias educativas, muchos de los seres humanos tenemos un gran filtro cuando observamos a la flora y la fauna: el interés económico. Y muy pocos insectos nos han brindado a lo largo de la historia un beneficio monetario tan grande como la Apis mellifera, la abeja europea. 

México es uno de los principales productores de miel de Apis mellifera en el mundo. Su puesto específico varía año con año, pero siempre está entre los 10 primeros lugares. Se producen unas 58 mil toneladas anuales, y la apicultura beneficia en forma directa o indirecta a más de 43 mil familias, según la Secretaría de Agricultura. 

Y esta abeja ha beneficiado a incontables pueblos a lo largo de la historia. Hay papiros egipcios de más de 2,800 años de antigüedad en los que se aprecia la manipulación de colmenas, es decir, la apicultura propiamente dicha (aunque hay restos arqueológicos de cera de colmenas en asentamientos humanos con más de 7,000 años). Durante miles de años la miel fue el principal endulzante que las personas tenían a mano, el azúcar es escasa en la naturaleza, lo cual solemos olvidar en nuestro mundo moderno, en el que las grandes plantaciones de caña nos permiten vivir rodeados de azúcar barata. Numerosos pueblos a lo largo de la historia desarrollaron relaciones de saqueo y cultivo con las abejas. Al igual que la agricultura, el cultivo de las abejas surgió en diferentes culturas y épocas a lo ancho del planeta. Pero la línea que adoptó la llamada cultura occidental, y que ha sido la dominante comercialmente desde la colonización surgió con los egipcios, pasó a los griegos, luego a los romanos, y del resto de Europa pasó al resto del mundo. 

El hecho de que a los europeos sólo les interesara una especie de abeja ayuda a explicar el que en todo el mundo sean tan poco conocidas las otras 20,000 especies. Durante muchos siglos, el dominio occidental (europeo y estadounidense, principalmente) sobre la producción de los libros, películas y revistas con las que nos educamos los habitantes de todo el planeta ha sido apabullante. 

Abeja del género Euglossa, Villahermosa, diciembre 2021.
Un abeja del género Euglossa, conocidas como abejas verdes de las orquídeas, acercándose a una flor de dormilona (Mimosa pudica), Villahermosa, diciembre 2021.

Persiste hasta el día de hoy, cinco siglos después de las invasiones, una colonización de nuestras conciencias que ha hecho que la mayoría de nosotros, incluidos muchísimos científicos, veamos el mundo desde un punto de vista único, el occidental. 

Pueblos amigos de las abejas

En México, por ejemplo, la mayoría de nosotros olvidó durante casi un siglo que los pueblos que habitaban este territorio antes de la invasión española habían dominado por su cuenta una forma de cultivar abejas que nunca habían conocido los europeos.

Los invasores españoles se sorprendieron al encontrarse con que varios pueblos habían descubierto por sí mismos la domesticación de abejas sin aguijón, las que hoy conocemos como meliponas, cuyo cultivo se denomina meliponicultura. 

Zonas de México donde se desarrolló la meliponicultura. Mapa por Alejandro Reyes González

Mucho han escrito los especialistas sobre la importancia de las abejas meliponas en la cultura de los pueblos mayas, pero no abundaremos sobre ello aquí porque planeamos dedicarle un artículo entero al tema. 

Mencionaremos sólo dos ejemplos: Fray Bartolomé de las Casas en su obra Los Indios de México y Nueva España contaba sobre Yucatán: 

“Además la multitud de colmenas y grandes colmenares de abejas domésticas que daban infinita cantidad de miel y cera, lo cual no se ha visto jamás en alguna otra parte de las Indias en cuanto de ellas se ha andado”. 

Fray Bartolomé de las Casas

Por otro lado, en el códice Mendocino se registran las cantidades de miel que tenían que entregar los súbditos de la región del río Balsas como tributo al emperador Moctezuma. Ese fue el motivo por el que inicialmente los españoles no trajeron colmenas al país, sino que se limitaron a explotar el buen trabajo de los pueblos mayas y nahuas, cobrándoles tributos de cera y miel. 

Colmena de abejas meliponas.

En un documento escrito en Guatemala en 1549, titulado Tasaciones de la’Villa de la Victoria, Provincia de Tabasco que es por Yucatán, se asientan en detalle los tributos que tenían que entregar a los españoles los nueve pueblos registrados por el imperio en los alrededores de aquella villa que se ubicaba en lo que hoy es el municipio de Centla (El documento fue publicado por Francisco J. Santamaría en 1950, ver las referencias al final del artículo). 

De los nueve pueblos sólo a uno le era asignada la obligación de entregar miel: el de “Tamul”, que según el documento tenía “120 indios a cargo de su majestad” (al parecer en aquellos censos sólo se contaba a los jefes de familia). 

Transcribo a continuación la cita textual del libro que cita al documento:

TASACIONES DE LA’VILLA DE LA VICTORIA, PROVINCIA DE TABASCO QUE ES POR YUCATAN.

En la Ciudad de Santiago de Guatemala a treinta e un días del mes de mayo año del Nascimiento de Nuestro Salvador Ihesuxripto de mil e quinientos e cuarenta e nueve años, los señores presidente e oidores de la Audiencia é Chancilleria Real de su Magestad que en la dicha ciudad reside fué tasado el pueblo de Tamul que es en los términos y jurisdic­ción de la villa de Santa María de la Victoria de la provincia de Tabasco y está en cabeza de su Magestad: mandóse a los indios que hagan en cada un año una sementera de maíz de dos hanegas y lo beneficien y cojan y encierren en el dicho pueblo y den cada un año ochenta xiquipiles de Cacao y de­ cientas hanegas de maíz y dos cargas de agí todo puesto en el dicho pueblo y dos cántaros de miel y cient gallinas de Castilla o de la tierra de las que los indios quisieren dar, todo esto en cada un año según es y tres indios ordinarios de servicio en la dicha Villa de la Victoria con tanto que no sea en donde al presente está fundada y con que les den de comer durante el tiempo que le sirvieren y enseñar la dotrina xriptiana. No han de dar otra cosa ni se les ha de llevar a los dichos indios por ninguna via que sea ni comuten ninguna cosa de un tributo u otro so las penas contenidas para la buena gobernacion de Indias.

El licenciado Serratos.- El licenciado Pedro Ramírez.

Llama la atención que siendo el territorio de lo que hoy llamamos Tabasco tan propicio en esos tiempos para la meliponicultura los invasores españoles reclamaran miel sólo a uno de sus nueve pueblos. Y decimos tan propicio porque en aquella época sus extraordinarias selvas aún no habían sido arrasadas, y porque hasta la fecha la meliponicultura sobrevive en Tabasco, pese a la gran persecución cultural contra los pueblos indígenas durante todos estos siglos. 

Scaptotrigona pectoralis, Pichucalco, norte de Chiapas, julio de 2021.
Colmena de Scaptotrigona pectoralis, llamada nopa roja, en Pichucalco, norte de Chiapas, julio de 2021. Foto: Francisco Cubas

El pirata y naturalista nato William Dampier, el inglés a quien ya hemos mencionado en anteriores artículos de Nube de Monte (aquí y aquí), era un hombre que combinaba la afición por el saqueo, el asesinato y la esclavización de sus congéneres con un agudo interés por la flora y la fauna, y una disciplina ejemplar para describirla. En su viaje de 1676 por el río Grijalva escribió lo siguiente:

Algunos se ocupan en buscar abejas en la selva, que habitan ár­boles huecos, y se ganan bien la vida gracias a la cera y la miel. Las abejas son de dos clases: una bastante grande, la otra no más gran­de pero sí más larga que una mosca ordinaria; en otros aspectos es justamente como nuestras abejas comunes, sólo que de color más oscuro. Sus aguijones no bastan para penetrar la piel de un hom­bre, pero si se les molesta vuelan furiosamente hacia uno como las abejas grandes y pican, aunque sin llegar a lastimar. Su miel es blanca y clara; la producen en gran cantidad. Los indios las conservan do­mesticadas y cortan troncos huecos para que dentro construyan sus panales. Colocan un extremo del madero (aserrado muy parejamente) sobre una plataforma, dejando un hoyo para que las abejas entren por allí, y cubren el extremo superior con una tabla que lo obstru­ya por completo.

William Dampier

De manera breve y eficaz, Dampier describe lo que hasta la fecha se sigue haciendo para criar a las abejas nativas, y las dos clases de abeja que menciona parecen haber sido la melipona (Melipona beecheii) y alguna de las varias especies del género Trigona que hasta el día de hoy pueden encontrarse en Tabasco. 

Tenemos que dar un salto de dos siglos para encontrar otra referencia escrita de las abejas nativas en la región. En su libro de 1887, Apuntes para la zoología de Tabasco, el naturalista José Narciso Rovirosa las menciona apenas tangencialmente en su descripción del oso hormiguero: 

MYRMECOPHAGA TETRADACTYTA, L. Tamandúa telradactyla, Salvia. Vulg. Oso colmenero. 

El nombre de Oso colmenero, con que el vulgo ha bautizado este cuadrúpedo, trae su origen de la persecucion que hace á los panales de las abejas silvestres (Trí­gona sp.) para regalarse con la miel que elaboran y devorar los huevos y lar­vas de esos insectos. 

J.N. Rovirosa

El gran naturalista era especialista en plantas y los insectos no le llamaron tanto la atención, nunca le dedicó ninguna otra mención a las abejas nativas. 

Abeja sayulita o chicopipe (Nannotrigona perilampoides) sobre flor de zapote de agua (Pachira aquatica). Villahermosa, julio 2022. Foto: Francisco Cubas

Según algunos estudios, para el siglo XIX el cultivo de meliponas ya estaba en franco declive en México. La sobre explotación de la cera, el crecimiento de la ganadería extensiva, la deforestación y los cambios culturales impuestos a las comunidades indígenas habían causado la disminución de colmenas, y fue entonces cuando se planteó la introducción a gran escala de la Apis mellifera

El principio del olvido de las meliponas

Aquí es cuando comienzan a olvidarse los saberes históricos de los pueblos indígenas de nuestro país, y la presencia de las abejas nativas comienza a difuminarse poco a poco, hasta borrarse de nuestra conciencia colectiva y ser sustituidas enteramente por la abeja europea. 

Ya casi habían transcurrido tres cuartas partes del siglo XX cuanto las abejas aparecieron por primera vez en un discurso gubernamental en Tabasco, pero se trataba, por supuesto, de las abejas europeas. 

En su informe de 1974, el gobernador Mario Trujillo señaló que el estado tenía grandes condiciones para la apicultura que nunca se habían aprovechado. En 1978 el gobernador Leandro Rovirosa Wade anunciaba en su informe que gracias a un programa de desarrollo de la apicultura se tenían ya 16 mil colmenas de Apis mellifera, que producían 268 toneladas de miel anuales, y marcaba como objetivo para 1981 llegar a 100 mil colmenas y 5 mil toneladas de producción.  

Abeja nativa del género Plebeia sobre flor de capulín (Mutingia calabura). Villahermosa, julio de 2022. Foto: Francisco Cubas

Hay que poner en el debido contexto esas declaraciones gubernamentales. En la década de los 70s, Tabasco ya había vivido el fracaso de dos enormes y costosos proyectos de gobierno que supuestamente iban a convertirlo en el granero de México: el Plan Chontalpa y el Plan Balancán-Tenosique. Por otra parte, el estado se beneficiaba del boom petrolero, y gozaba de los mayores ingresos de su historia. Prácticamente no se sabía qué hacer con el dinero. 

En 1980 el mismo gobernador informó brevemente que se había llegado a 450 toneladas de miel anuales. En 1981 ya no mencionó el tema en su informe. La apicultura había sido otro fracaso estatal, y las abejas nativas nunca han aparecido en un informe de gobierno. Actualmente existen unas 10 mil colmenas en Tabasco (6 mil menos que en 1978) y se producen unas 400 toneladas de miel anuales (50 menos que en 1980). 

La historia fue muy diferente en otro estado mexicano de las cuencas Grijalva-Usumacinta: Chiapas, que actualmente está en tercer lugar de producción de miel de Apis mellifera en el país, con unas 5 mil toneladas anuales. 

Colmena de abeja sayulita.

La apicultura es una actividad que trae grandes beneficios y si se practica con prudencia puede ser respetuosa del medio ambiente. Sin embargo, su aumento desmedido tiene repercusiones negativas para las abejas nativas. La Apis mellifera compite con mucha ventaja, por su gran número, sobre las otras especies de abejas y las desplaza de sus territorios. Y el hecho de que pueda visitar más flores no significa que sea la mejor polinizadora para todas las plantas. Cada vez más estudios descubren que las abejas nativas polinizan mucho mejor las plantas nativas de cualquier región, porque han pasado millones de años adaptándose las unas a las otras.

Además, cuando la Apis mellifera domina sobre un ecosistema al que es ajena (como todos los de México) puede cambiar la distribución de las especies de plantas, favoreciendo plantas también introducidas, y puede transmitir enfermedades a las abejas nativas por medio de ácaros, hongos, bacterias y virus. 

La llegada de la abeja africana

A finales del siglo XX una gran amenaza casi hizo colapsar la apicultura en nuestro país: la llegada de la abeja africana, una especie introducida por científicos brasileños al continente americano.  La abeja africana (Apis mellifera scutellata) es una sub especie de la abeja europea (Apis mellifera), es decir,  a pesar de sus diferencias ambas provienen de un mismo antepasado inmediato y pueden aparearse entre ellas y tener descendientes fértiles. Lo que las distingue es que el comportamiento de la abeja africana es mucho más agresivo que el de la europea. 

En 1956 unos científicos trajeron a sus criaderos en Brasil colmenas de abejas africanas porque querían crear una nueva variedad que produjera aún más miel. Es uno de tantos ejemplos de la falta de prudencia que han mostrado muchos científicos a lo largo de la historia. Las abejas africanas escaparon y al no encontrar depredadores naturales se extendieron por todo el continente a un ritmo de 300 km por año y actualmente habitan desde Sudamérica hasta el sur de Estados Unidos, lo que las convierte en una de las especies invasoras más exitosas que se han registrado.

30 años después, en 1986, las abejas africanas entraron a México por Chiapas, precisamente por las cuencas Grijalva-Usumacinta. Durante varios años hubo múltiples heridos y muertos, porque la población humana aún no sabía identificarlas bien ni tenía protocolos de prevención. El impacto en la apicultura fue brutal, porque las abejas africanas invadían o atacaban las colmenas de abejas europeas, y eran imposibles de manejar con los métodos tradicionales. La producción de miel de abeja europea en el país disminuyó un 30% en esos primeros años. 

Gradualmente, las africanas fueron mezclándose con las europeas, produciendo híbridas que ya es posible manejar. Desde entonces todas las abejas europeas del sureste de México pican más fuerte y son más agresivas de lo que eran antes, pero la apicultura ha recuperado su producción, aunque ahora sus principales amenazas son los agroquímicos y el ácaro varroa.

La revaloración

La llegada de las abejas africanas coincide con el inicio de una revaloración de las meliponas que comenzó a verse reflejada en estudios científicos, tanto biológicos como sociales y que comenzó a cristalizar a finales del siglo XX. En la sede del Colegio de la Frontera Sur, en Chiapas, existe desde inicios del siglo XXI un grupo de investigación dedicado a las abejas de la miel, y se tiene una de las principales colecciones de abejas nativas de México. En el 2001 se creó la Colección de Abejas Nativas de Guatemala, en la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 1999 se lleva a cabo en la Universidad Veracruzana en Boca del Río el Primer Seminario Nacional de Abejas sin Aguijón, que posteriormente cambió su nombre a Congreso Mesoamericano de Abejas Nativas que en 2021 sumó su XII edición. 

Colmenta de Trigona corvina.

Desgraciadamente, estas investigaciones no se han reflejado en la cantidad de información accesible a los grandes públicos. En nuestro país aún no se le concede a la divulgación la importancia ni los fondos que debería tener (y se le confunde continuamente con la difusión institucional, pero ese es un tema para otro artículo). Por otro lado, en Tabasco hasta el día de hoy no se ha desarrollado ninguna iniciativa para el estudio de las abejas nativas. 

El estudio más completo en Tabasco fue publicado en 2019, y se enfocó en la meliponicultura, entrevistando a más de 100 meliponicultores en todo el estado, que identificaron a 11 especies de abejas sin aguijón con las que tenían alguna relación (de esto hablaremos más ampliamente en próximos artículos). 

Nadie piensa en las solitarias

Sin embargo, pese al aumento de las investigaciones, me parece que persiste una debilidad. Como mencioné al principio de este artículo, nuestro interés en la fauna sigue teniendo un fuerte sesgo económico y social, se investigan siempre en primer lugar las especies más ligadas a nosotros, sobre todo por motivos económicos. Esto es perfectamente entendible y justificable desde el punto de vista del bienestar humano, pero se nos olvida que precisamente el bienestar humano no depende exclusivamente de bienes materiales.

Así que hemos pasado de ocuparnos sólo de la Apis Mellifera a ocuparnos también de las meliponas y seguimos sin ocuparnos de las abejas solitarias, que constituyen el 93% de las 2,000 especies que hay en México. 

Pero los ecosistemas que quedan en el mundo no se guían por nuestras preferencias, y las abejas nativas que nos dan miel no son más importantes que el resto en las enormes y complejas cadenas alimenticias que constituyen el mundo silvestre. No podemos vivir sin la agricultura, pero tampoco podemos vivir sin los ecosistemas que nos rodean, y que precisamente hacen posible esa agricultura. Y es más que probable que para esos ecosistemas las abejas solitarias sean indispensables.

Abeja sayulita en flores de ceiba.

Al enfocarnos sólo en las abejas sociales que nos dan miel seguimos ignorando casi todo sobre el resto. ¿Cómo es su vida? ¿Qué importancia tiene su presencia para las plantas nativas? ¿De qué manera están ligadas a otros animales? ¿Qué efectos negativos para los ecosistemas tendría su desaparición? 

Porque las abejas, como todos los insectos, están desapareciendo. No lo sabemos con exactitud, pero todos los pocos estudios de poblaciones que se han hecho recientemente han reportado números desoladores.

La desaparición de los insectos 

Durante este siglo varios especialistas habían empezado a notar que en muchos lugares ya no se veían tantos insectos como antes. Pero la alarma definitiva sonó en el 2017, en un estudio publicado por un grupo de amateurs, la Sociedad Entomológica de la pequeña ciudad alemana de Krefeld, cuyos miembros realizaron durante décadas muestras en 63 reservas naturales del país. De los 17 mil días de muestreo a lo largo de 27 años encontraron que la abundancia de insectos voladores atrapados había bajado un 80%. 

A partir de ahí todos los estudios han confirmado un declive del número de insectos. En Estados Unidos el número de mariposas monarca ha caído un 90% en los últimos 20 años, una pérdida de 900 millones de individuos, y el abejorro parchado (Bombus affinis) que alguna vez habitó en 28 estados de aquel país, había declinado un 87% durante el mismo período. 

Un abejorro mesoamericano (Bombus ephippiatus) sobre un cardo santo (Cirsium subcoriaceum) en Tapalapa, Chiapas. Los abejorros son realmente abejas grandes. Fotos: Francisco Cubas

Se ha ideado un nombre para lo que ocurre cuando la gente empieza a darse cuenta de que ya hay menos insectos, lo llaman el efecto parabrisas, por los parabrisas de los autos, que ahora regresan limpios de las excursiones a campo, cuando en épocas anteriores se llenaban con los innumerables cuerpos de insectos que se estrellaban contra el vidrio. 

¿Pero están desapareciendo en todo el mundo? ¿Qué tan numerosos eran antes? No sabemos, los principales estudios de poblaciones son muy recientes, y se han hecho en Europa y Estados Unidos, no en los trópicos, donde vive la mayoría de los insectos. En las cuencas Grijalva-Usumacinta nunca se ha llevado a cabo un estudio poblacional de abejas nativas, ni de ningún otro insecto. 

No sabemos ni siquiera cuántas especies de insectos habitan hoy la Tierra, ni cuántas especies se perdieron durante el siglo XX, que marcó el inicio de lo que hoy vivimos, la llamada sexta gran extinción del planeta, motivada por las actividades humanas. 

Halictus ligatus, una de las llamadas abejas del sudor, sobre una flor de botoncillo (Sphagneticola trilobata) en Villahermosa, junio de 2022. Esta es el primer registro que se tiene para Tabasco de esta especie en la plataforma Naturalista.mx Foto: Francisco Cubas, tomada en la UMA Bioparque Saraguatos

No sabemos cuántos insectos, cuántas abejas habitaban en Tabasco antes de que se arrasara con más del 95% de sus selvas, o en la Selva Lacandona o el Petén antes de que fueran terriblemente deforestados.

Los insectos son un mundo casi imposible de abarcar. Hemos logrado nombrar y describir un millón de especies, más que las que cualquier persona podría recordar. Pero nombrar y describir no es lo mismo que conocer y la inmensa mayoría de ellos sigue siendo un misterio. Sabemos muy poco de sus hábitos y sus poblaciones. Incluso aquellos que nos son más familiares sobrepasan nuestra capacidad de estudio: hay 12,000 especies de hormigas; 20,000 de abejas; y 400,000 de escarabajos. 

Y sin embargo, se estima que las especies nombradas son apenas el 20% de la diversidad actual de insectos en el planeta. Cada año se identifican miles de especies nuevas, pero hay millones y millones que permanecen desconocidas. Cada minuto se deforestan en promedio en el mundo el equivalente a 40 campos de fútbol de bosques tropicales, y nunca sabremos cuantos insectos que jamás conocimos se desvanecen con ellos. 

Hay algo que sí sabemos: el principal causante de este declive es el ser humano. Además del cambio climático y la destrucción de sus hábitats naturales, el principal daño que les hacemos es el uso intensivo de pesticidas basados en neonicotinoides, un tipo de neurotoxinas que se acumulan en el paisaje y son consumidos por todo tipo de insectos, no sólo aquellos que dañan las cosechas.

Una abeja verde, posiblemente del género Augochlorella, sobre flor de capulín (Mutingia calabura). Villahermosa, julio 2022. Foto: Francisco Cubas

¿Y qué perdemos si hay menos insectos? Muchísimo. Los insectos están entre los principales responsables de la fertilidad de los suelos; del importantísimo proceso de polinización, que hace posible tres cuartos de las cosechas de alimentos del mundo (según la FAO, cerca de 73% de las especies vegetales cultivadas en el mundo y más de 75% de la vegetación mundial son polinizadas por abejas) y del ciclo de descomposición de los nutrientes a partir de los detritus. Además, al convertir las plantas en proteína animal forman la base de la alimentación de incontables especies, incluyendo peces de río y la mayoría de las aves. 

No hay forma de que nuestros errores extingan a todas las especies de insectos, pero al alterar sus poblaciones estamos alterando el equilibrio de los ecosistemas que son más benéficos para nosotros, y los resultados podrían ser catastróficos para nuestras vidas.  

En años recientes incluso las abejas europeas cultivadas han reducido sus poblaciones en todo el mundo, afectadas por los agroquímicos y por diversas enfermedades. Pero no debemos preocuparnos tanto por ellas. Mientas exista el ser humano existirán las abejas europeas, al igual que los perros, gatos, vacas, y demás animales ligados a nosotros. 

Las que sí enfrentan un futuro incierto son el 90% de las especies de abejas, las llamadas solitarias, aquellas que no producen miel y por lo tanto no nos importan. Atrapadas en hábitats que cada día se reducen más, afectadas por los venenos que esparcemos por todos lados, están desapareciendo sin que hayamos tenido tiempo de conocerlas. 

Trigona fuscipennis, Pichucalco, norte de Chiapas, marzo de 2022.
Trigona fuscipennis, conocida en algunos lugares como cortapelo, sobre una flor no identificada en el municipio de Pichucalco, norte de Chiapas, marzo de 2022. Foto: Francisco Cubas

Tomemos un instante para considerar la vida y el destino de esas pequeñas y desconocidas abejas solitarias. Si alguna vez tuvimos un planeta extraordinariamente diverso fue en parte gracias a ellas.  

Nube de Monte es un esfuerzo ciudadano muy, muy pequeño, y nuestros recursos son prácticamente inexistentes, pero trataremos de dar a conocer, hasta dónde podamos, las especies de abejas nativas de nuestra región. Ocurrirá lentamente, te pedimos un poco de paciencia con nosotros. 


Agradecimiento especial a la investigadora Miriam Aldasoro Maya por mostrarme el meliponario de El Colegio de la Frontera sur Villahermosa en el ya lejano año de 2019, cuando yo soñaba con iniciar Nube de Monte.


Para saber más:

Documentos Históricos de Tabasco. Aquistados y compilados por francisco J. Santamaría. TOMO I, 1950, Gobierno del Estado de Tabasco.

Viajeros en Tabasco, textos. Ciprián Aurelio Cabrera Bernat. Gobierno del Estado de Tabasco, 1987.

Tabasco a través de sus gobernantes. 14 tomos, Gobierno del Estado de Tabasco, 1988.

Retomando saberes contemporáneos, un análisis de la meliponicultura en Tabasco, 2019.

Abejas en Mesoamérica de ayer a hoy. Número especial de la revista Ecosur, 2021

Página web de Diana Caballero Alvarado, fotógrafa de abejas nativas de México.

Memoria VIII Congreso de Abejas Nativas.

Colonización, impacto y control de las abejas africanizadas en México.

Atlas Nacional de las Abejas.

Density of invasive western honey bee (Apis mellifera) colonies in fragmented woodlands indicates potential for large impacts on native species.

New Research Deepens Mystery About Evolution of Bees’ Social Behavior.

Global Patterns and Drivers of Bee Distribution.

Native bees often better polinators than honey bee.

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